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Mostrando entradas de 2013

Un regalo hecho de palabras

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¿Qué palabras vienen a su mente cuando escucha la expresión “Navidad”? Le doy algunos segundos para que piense. A mí, el receso decembrino me da la oportunidad de pasar algunos días en mi casa, todo un reencuentro con el silencio y con la siesta. El reloj queda desterrado a un escondido baúl que se volverá a abrir hasta enero y   el descanso le abre espacio a una pausita para la reflexión. Este es el mosaico de palabras que me alcanzan cuando escucho “Navidad”.  Veo los obsequios debajo del árbol y pienso en “contentamiento”. Este es un vocablo maravilloso, que me permite recordar que la vida y la salud son más importantes que la ropa, y el hogar más relevante que la casa. Me ayuda a disfrutar de mi pequeño jardín y a desechar la trampa de pensar que el zacate de al lado es más verde. Cuando quito al contentamiento de mi lista puedo ser presa fácil de los anuncios y hasta puedo caer en enorme tristeza por no comprar este o aquel chunche, o por no parecerme a la muchacha

Lo que odio y lo que amo de diciembre

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No es un mes cualquiera: el sol vence a las lluvias, inevitablemente hago un balance anual y se acaban las clases (lo cual significa que tengo más tiempo para escribir). El último punto, por sí solo, es una razón para que ame este mes del año. Así que decidí arrancar mi temporada escritora decembrina con este tema: lo que odio y lo que amo de diciembre. Yo lanzo mi análisis y ustedes completan el cuadro con el suyo. ¿Aceptan? Primero, lo que detesto de diciembre. Sin mucho esfuerzo, lo de entrada  viene a  mi mente es esa invitación permanente-irrespetuosa-vomitiva a comprar. ¿Cuánto Black Friday tuvimos este año? Yo perdí la cuenta. Llegó un momento en que pensé que ya había pasado el Día de Acción de Gracias… ¡pero aún faltaba una semana! Si de mí dependiera, preferiría copiar de los gringos la tradición de reunirse en la mesa para agradecer, en vez de salir corriendo a llenar vacíos internos tarjeta de crédito en mano.  Tampoco me gusta el mandato social de que hay

Inventario

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Esta mañana abrí los ojos, viva. Dormí en una cama, lejos del frío. Anoche hubo cena, y al despertar, desayuno. Se quemó el router y el celular casi me explota. ¿Y qué? Hoy pude caminar. Caminé de la mano de mis hijos. Nos reímos de sus chistes y me maravillé con los hechos fantásticos del mundo paralelo llamado recreo. Compartí el café y la conversa con mi esposo, mi mejor amigo. Hoy tuve salud. Disfruté el sabor del plátano maduro con frijoles molidos, escuché el silencio del vecindario, interrumpido tan solo por el móvil de bambú en el corredor, y al atardecer mi piel se bañó con el viento frío posterior al aguacero. Hay un trabajo que me aguarda el lunes, uno que me gusta y me desafía. Aún quedamos seres locos que creemos en el servicio público… con calidad y sonrisa. Esta tarde recordé un regalo que me fue dado: la comprensión de que administro mi vida. Yes! Puedo escoger, decido mis reacciones ante el camino que me t