La madre que no soy
“No soy ningún ángel que Dios envió a la Tierra para juntar las manitas de mis hijos y enseñarlos a rezar, ni para desenvainar la espada ante cualquier injusticia cometida contra ellos. Soy solo una mujer con múltiples defectos, simple mortal, que se cansa, que se irrita, que se desespera, que no tiene todas las respuestas, ni todas las soluciones. No soy santa, no soy indestructible y para nada quiero ser abnegada y sacrificada”. Las palabras provienen de una amiga cibernética, escritora mexicana, que Dios me deparó en los últimos años, Karen Durán. Son palabras fuertes, quizá; pero totalmente pertinentes, al menos en lo que a mí respecta. ¡Claro! Reconozco que deben ser muy poco simpáticas para todos los representantes de esa parafernalia rosa alrededor del Día de la Madre, poblada de frases huecas y cursis, anuncios que aún promocionan lavadoras y licuadoras (¡aún en el 2012!) y canciones como aquella del muchacho que encontró a su mamá fallecida con un último billet...