Frente al espejo
Decir que los días de Semana Santa son quietos es casi una redundancia. Pasé varias semanas esperando esta pausa, pero una vez que llegó me sentí un poco perdida. ¿Cómo llevar el día cuando no debía contabilizar cada segundo? ¿En qué invertir mis pensamientos y mis fuerzas si no tenía una lista de pendientes para el día siguiente? Tuve oportunidad de pasar tiempo con mi familia y eso siempre es un regalo. Aproveché para coser aquellos bolsitos que empecé en Navidad. Leí. Moví algunas plantas de lugar. Subí a la caminadora... Sin embargo, al final del día quedé con alguien a quien no escuchaba hace tiempo: conmigo misma. La imagen que me miró al otro lado del espejo me hizo preguntas que yo, a duras penas, torpemente, pude responder. Me preguntó por mis tareas de escritora, por mis rutinas de ejercicios, por el tiempo con los amigos, por la existencia de auténticos amigos... Ese negocio de estar conmigo misma es todo un arte. Volví a pensar en las preguntas fundamentales: ¿qué ...