México II. Para Víctor, el Negro, en su cumpleaños
La pinta nos delataba absolutamente como turistas. Era un sueño vernos ahí, juntos, a punto de recorrer a pie el Paseo de la Reforma. El año pasado habíamos enfrentado un incidente de salud que puso en duda todo el viaje. Pero Dios, en su bondad, nos permitió llegar a esa mañana calurosa de marzo en que nos abocábamos a conocer una esquinita de la enorme Ciudad de México (CDMX). Caminamos una barbaridad ese viernes. Al final del relato les contaré la cantidad de pasos que marcó el reloj de Víctor.