Oda a las tenis. Innovando en el 2011

Tal vez suene a cliché, pero cada vez que un año empieza me gusta plantearme nuevos retos. Cuando llegó el turno al inicio de este 2011 la palabra "innovación" saltó dentro de la lista, como si estuviera resaltada con marcador fosforescente.
Dice el diccionario que innovar es "mudar o alterar algo, introduciendo novedades". Suena bien. Quieren innovar los países, las empresas y hasta la pulpería del barrio que pretende sobrevivir ante un nuevo minisuper. El asunto tiene sus aristas. Por ejemplo, una práctica que es de lo más corriente en un contexto, puede ser sumamente innovadora en otro. El tema no es nuevo; sin embargo, ¿qué pasa cuándo pensamos en aplicar los desafíos de la innovación a nuestra vida personal? Dejénme contarles cómo me fue a mí.
Desde el año pasado había planeado bajar de peso y en enero dije: "manos a la obra". Me fui a donde un médico recomendado por una amiga y después del saludo de rigor me hizo la típica pregunta: "¿En qué puedo servirle?" Yo, toda apropiada, le respondí: "Tengo un problema de sobrepeso que quisiera resolver" (la pura verdad, es que por dentro estaba pensando "estoy más gorda de la cuenta"). ¡Ah pecaíto, qué ingenuidad la mía! Al doctor no le interesó tanto mi peso ni, mucho menos, cuál es la ropa que yo quisiera ponerme cuando me deshaga de algunos kilos.
El me habló, en cambio, de antecedentes genéticos familiares, porcentajes de grasa corporal y riesgo cardiovascular. Y si acaso yo estaba pensando que todo se resolvía poniéndole límites al tenedor, puso los puntos sobre las íes: "en los últimos congresos de nutrición cada vez hablamos menos de alimentación y más de ejercicio". Ya yo suponía que tendría que reconciliarme con las tenis, pero no tenía noción de que el énfasis sería tan marcado.
¡Qué desafío! Me gustan las ensaladas, tomo el fresco y el café sin azúcar, y amo el picadillo de chayote. Así que un plan nuevo de alimentación se me antoja manejable. Pero el ejercicio (sistemático, disciplinado, sin abadonar después de dos semanas...), eso es otra cosa. Y mientras mi mente sacaba cuentas tratando de imaginar a qué horas me podría subir a la máquina elíptica, llegó una recomendación adicional: "es necesario que duerma más, porque la carencia de sueño produce exceso de cortisona y ese es otro causante de sobrepeso". ¡Ah! y cuando le pregunté si estaba bien emplear la media hora diaria de la que se habla típicamente, llegó una nueva aclaración: "eso está muy bien para el corazón, pero si necesita quemar grasa deben ser al menos 45 minutos".
Así que imagínense. Soy una madre que trabaja fuera de casa, con múltiples ocupaciones, que pellizca tiempo para leer y le roba horas a la agenda para tratar de escribir. Sin embargo, estoy decidida a reorganizar toda mi vida cotidiana para convertirme, además, en una persona que duerme más horas y hace ejercicio regularmente. ¡Díganme si eso no es innovar!
Y en esas estoy. Lo bueno del negocio es que el ejercicio me hace sentir estupenda y dormir suficiente mejora el semblante. Además espero mejorar todos los indicadores médicos que debo poner en forma si quiero llegar a muy vieja, lo cual definitivamente es así porque, entre otras cosas, hay muchos libros que quisiera escribir.
Y a propósito de escribir, espero que nos encontremos aquí con frecuencia. Si acaso me ausento más de lo debido, por favor discúlpenme. Estaré enganchada a un par de tenis, trotando alrededor del parque de Coronado.
Dice el diccionario que innovar es "mudar o alterar algo, introduciendo novedades". Suena bien. Quieren innovar los países, las empresas y hasta la pulpería del barrio que pretende sobrevivir ante un nuevo minisuper. El asunto tiene sus aristas. Por ejemplo, una práctica que es de lo más corriente en un contexto, puede ser sumamente innovadora en otro. El tema no es nuevo; sin embargo, ¿qué pasa cuándo pensamos en aplicar los desafíos de la innovación a nuestra vida personal? Dejénme contarles cómo me fue a mí.
Desde el año pasado había planeado bajar de peso y en enero dije: "manos a la obra". Me fui a donde un médico recomendado por una amiga y después del saludo de rigor me hizo la típica pregunta: "¿En qué puedo servirle?" Yo, toda apropiada, le respondí: "Tengo un problema de sobrepeso que quisiera resolver" (la pura verdad, es que por dentro estaba pensando "estoy más gorda de la cuenta"). ¡Ah pecaíto, qué ingenuidad la mía! Al doctor no le interesó tanto mi peso ni, mucho menos, cuál es la ropa que yo quisiera ponerme cuando me deshaga de algunos kilos.
El me habló, en cambio, de antecedentes genéticos familiares, porcentajes de grasa corporal y riesgo cardiovascular. Y si acaso yo estaba pensando que todo se resolvía poniéndole límites al tenedor, puso los puntos sobre las íes: "en los últimos congresos de nutrición cada vez hablamos menos de alimentación y más de ejercicio". Ya yo suponía que tendría que reconciliarme con las tenis, pero no tenía noción de que el énfasis sería tan marcado.
¡Qué desafío! Me gustan las ensaladas, tomo el fresco y el café sin azúcar, y amo el picadillo de chayote. Así que un plan nuevo de alimentación se me antoja manejable. Pero el ejercicio (sistemático, disciplinado, sin abadonar después de dos semanas...), eso es otra cosa. Y mientras mi mente sacaba cuentas tratando de imaginar a qué horas me podría subir a la máquina elíptica, llegó una recomendación adicional: "es necesario que duerma más, porque la carencia de sueño produce exceso de cortisona y ese es otro causante de sobrepeso". ¡Ah! y cuando le pregunté si estaba bien emplear la media hora diaria de la que se habla típicamente, llegó una nueva aclaración: "eso está muy bien para el corazón, pero si necesita quemar grasa deben ser al menos 45 minutos".
Así que imagínense. Soy una madre que trabaja fuera de casa, con múltiples ocupaciones, que pellizca tiempo para leer y le roba horas a la agenda para tratar de escribir. Sin embargo, estoy decidida a reorganizar toda mi vida cotidiana para convertirme, además, en una persona que duerme más horas y hace ejercicio regularmente. ¡Díganme si eso no es innovar!
Y en esas estoy. Lo bueno del negocio es que el ejercicio me hace sentir estupenda y dormir suficiente mejora el semblante. Además espero mejorar todos los indicadores médicos que debo poner en forma si quiero llegar a muy vieja, lo cual definitivamente es así porque, entre otras cosas, hay muchos libros que quisiera escribir.
Y a propósito de escribir, espero que nos encontremos aquí con frecuencia. Si acaso me ausento más de lo debido, por favor discúlpenme. Estaré enganchada a un par de tenis, trotando alrededor del parque de Coronado.
Comentarios
Por eso comparto con Maureen en que hay que comer sano, dormir bien y ponerse las tennis de vez encuando para vivir mejor.
Gracias Maureen por tus aportes, con cariño
Susana MCJ
Jackie. Your friend for ever!
Te deseo lo mejor en este plan innovador, para tu salud y para que te veas como quieres verte!!!