Se me acaban las palabras…
Tenía planeada una entrada sobre
otro tema… pero resulta ser que asesinaron a Jairo
Mora Sandoval y entonces cualquier otro tema me parece intrascendente.
- ¿Lo conocías, Maureen, que veo que has publicado
tanta información sobre él en Facebook?- , me preguntó mi mamá.
-
No, Ma, para nada, pero esa noticia me tiene
enferma.
A aquellos de
ustedes que me leen fuera de Costa Rica, les cuento rápidamente que él era un
joven ambientalista, de 26 años, que trabajaba cuidando huevos de tortuga en playas
de Limón, una provincia costera de Costa Rica. Ya había denunciado a la prensa
que los ladrones de huevos lo habían amenazado de muerte. Pidió ayuda a la
policía para acompañar los patrullajes, pero esta no llegó. Finalmente, lo
asesinaron el viernes pasado.
¿Qué puedo
decir yo? Ya habló el periódico La
Nación, cuando al anunciar su muerte hizo referencia a un
reportaje reciente en el que Jairo denunció que la playa estaba en manos de
delincuentes y narcotraficantes. Laurencia
Sáenz ya hizo su parte desnudando la
hipocresía de un país que promociona sus tortugas ante los turistas pero no le
da protección a los ambientalistas que rescatan los huevos. Ya resonó la voz
autorizada de Katiana
Murillo, experta en temas ambientales, quien explicó atinadamente que igual
de culpables son los que compran los huevos robados. El programa de Audiovisuales de la Universidad
Estatal a Distancia (Uned) rindió homenaje con uno de sus trabajos.
Por supuesto que Amelia
Rueda también se indignó, lloró y de
seguro que golpeó la mesa… y yo lo hice con ella.
El ministro de Seguridad dice que no se han olvidado
de Limón, que allá están sus hijos y su casa, pero que es difícil, los recursos
son insuficiente. Igual de insuficientes son para mí sus excusas. No puede ser
que tengamos que renunciar a nuestras vidas, a nuestros sueños y vocaciones,
para hacernos un puño en casas llenas de candados y alambre navaja porque hay
que dejarle la calle libre a la delincuencia. ¿Y las tortugas? Bien gracias,
quizá en procesión detrás del rinoceronte
negro de Mozambique.
“Este es un planeta gigantesco y tenemos suerte de vivir en él, pero hay precios y penas que ocurren en el milagro diario de nuestra existencia. Una de ellas, de vez en cuando, ocurre cuando el cableado de una pequeña fracción de la especie apunta hacia la oscuridad.
Pero la inmensa mayoría está contra esta oscuridad y, como pequeños glóbulos blancos atacando un virus, diluyen y debilitan y eventualmente eliminan a los malhechores y, más importante, al daño que acarrean. Esto va más allá de la religión o el credo o una nación. No estaríamos aquí si la humanidad fuese intrínsecamente malvada. Nos hubiéramos comido vivos hace mucho tiempo.
Así que, cuando notes violencia o fanatismo o intolerancia o miedo o misoginia, odio o ignorancia, simplemente velos directamente a los ojos y piensa: 'Los buenos somos más que ustedes... y siempre seremos más".
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