El futbol como metáfora
No soy experta en futbol; pero cuando me siento a ver un partido que me interesa, disfruto una barbaridad, con angustia y gritos incluidos. Y esta locura con una Selección de Costa Rica que ya despachó a dos campeones mundiales, me da la oportunidad de referirme a un tema que hace bastante tiempo quería comentar aquí en el blog: me emociona el futbol porque se parece a la vida.
Me explico. Ignoro el detalle de las reglas y solo conozco a los jugadores más mediáticos. Sin embargo, se me eriza la piel ante los equipos que no se rinden, los que llegan al minuto 45 intentando un gol o los que se levantan contra el pronóstico, como la victoria que tuvo el Real Madrid frente al Barcelona hace algunas semanas para ganar la Copa del Rey. En esos casos siempre recuerdo que los partidos de la vida, antes que nada, se ganan en la mente.
La actitud, dicho en buen tico “creérsela”, es para mí el primer paso de la victoria. Cuando anunciaron a los integrantes del grupo de Costa Rica para el Mundial, el entrenador Jorge Luis Pinto dijo una frase que pasará a la historia deportiva de Costa Rica: “cuanto más bravo sea el toro, mejor es la corrida”. ¡Qué hombre más animado!, pensé yo. La pura verdad yo no estaba muy crédula y pensé que era pura estrategia de motivación para tranquilizar jugadores, prensa y afición. Lo único que pensábamos era que Italia, Uruguay e Inglaterra habían sido campeones previamente.
Los resultados de la selección tica en el Mundial me demostraron que estaba equivocada, dichosamente. Hoy pienso que Pinto se dejó decir semejante cosa porque él sabía algo más. Conocía el detalle del proceso, la disciplina y el trabajo exigente al que estaban siendo sometidos los muchachos. Porque la pura verdad es que con solo actitud no se llega al marco contrario. En el futbol, como en la vida, hay que trabajar muy duro para cumplir metas, esforzarse más que el promedio, sacrificarse y entrar a la cancha (a la piscina, a la biblioteca, al taller…) cuando la mayoría descansa.
Hace algunos días mi hijo Jonatán, futbolero apasionado, me enseñó en internet un video de uno de los entrenamientos del portero Keylor Navas. ¡Qué paradón!, grita uno cuando lo ve hacer su trabajo. ¿Qué hay detrás de cada atajada? Horas, muchas horas, de entrenamiento. ¡Se ve tan fácil cuando el bailarín hace el salto, cuando el carpintero ensambla el marco de la ventana o cuando la cocinera toma la masa en el aire y arma la pupusa! Pero no es tan sencillo -¿alguna vez han tratado?-. Hay que practicar mucho.
Por eso mientras veo los partidos, de repente me descubro pensando en que es posible superar tal obstáculo que me parece enorme, que mi carrera de escritora sigue adelante si trabajo duro y que la vida es una lucha. La oportunidad sigue viva mientras no suene el pitazo final.
Y no crean que solo las victorias me dejan inspirada. Me encantaría entrevistar a alguno de los seleccionados españoles dentro de cuatro años, para que me cuente cómo se levantó del polvo y siguió adelante y dejó la frustración atrás, como debe ser. Porque esa es otra gran lección: las personas somos más que nuestros logros o que nuestro trabajo; pero ya ese es tema para otra entrada.
Por el momento, sigamos disfrutando, continuemos inspirados. ¡De qué cosa no es capaz una nación que grita “sí se puede”!
Me explico. Ignoro el detalle de las reglas y solo conozco a los jugadores más mediáticos. Sin embargo, se me eriza la piel ante los equipos que no se rinden, los que llegan al minuto 45 intentando un gol o los que se levantan contra el pronóstico, como la victoria que tuvo el Real Madrid frente al Barcelona hace algunas semanas para ganar la Copa del Rey. En esos casos siempre recuerdo que los partidos de la vida, antes que nada, se ganan en la mente.
La actitud, dicho en buen tico “creérsela”, es para mí el primer paso de la victoria. Cuando anunciaron a los integrantes del grupo de Costa Rica para el Mundial, el entrenador Jorge Luis Pinto dijo una frase que pasará a la historia deportiva de Costa Rica: “cuanto más bravo sea el toro, mejor es la corrida”. ¡Qué hombre más animado!, pensé yo. La pura verdad yo no estaba muy crédula y pensé que era pura estrategia de motivación para tranquilizar jugadores, prensa y afición. Lo único que pensábamos era que Italia, Uruguay e Inglaterra habían sido campeones previamente.
Los resultados de la selección tica en el Mundial me demostraron que estaba equivocada, dichosamente. Hoy pienso que Pinto se dejó decir semejante cosa porque él sabía algo más. Conocía el detalle del proceso, la disciplina y el trabajo exigente al que estaban siendo sometidos los muchachos. Porque la pura verdad es que con solo actitud no se llega al marco contrario. En el futbol, como en la vida, hay que trabajar muy duro para cumplir metas, esforzarse más que el promedio, sacrificarse y entrar a la cancha (a la piscina, a la biblioteca, al taller…) cuando la mayoría descansa.
Hace algunos días mi hijo Jonatán, futbolero apasionado, me enseñó en internet un video de uno de los entrenamientos del portero Keylor Navas. ¡Qué paradón!, grita uno cuando lo ve hacer su trabajo. ¿Qué hay detrás de cada atajada? Horas, muchas horas, de entrenamiento. ¡Se ve tan fácil cuando el bailarín hace el salto, cuando el carpintero ensambla el marco de la ventana o cuando la cocinera toma la masa en el aire y arma la pupusa! Pero no es tan sencillo -¿alguna vez han tratado?-. Hay que practicar mucho.
Por eso mientras veo los partidos, de repente me descubro pensando en que es posible superar tal obstáculo que me parece enorme, que mi carrera de escritora sigue adelante si trabajo duro y que la vida es una lucha. La oportunidad sigue viva mientras no suene el pitazo final.
Y no crean que solo las victorias me dejan inspirada. Me encantaría entrevistar a alguno de los seleccionados españoles dentro de cuatro años, para que me cuente cómo se levantó del polvo y siguió adelante y dejó la frustración atrás, como debe ser. Porque esa es otra gran lección: las personas somos más que nuestros logros o que nuestro trabajo; pero ya ese es tema para otra entrada.
Por el momento, sigamos disfrutando, continuemos inspirados. ¡De qué cosa no es capaz una nación que grita “sí se puede”!
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