El honor de trabajar en un archivo
— Acompañame al depósito-, me dijo mi jefe. Yo lo seguí, emocionada. Alguna vez años atrás había visitado un depósito, pero esta vez era diferente porque no era turista, este era el sitio en el que yo iba a trabajar. El actuaba con naturalidad, pero a mí todo me parecía un ritual. Se colocó los guantes y empezó a desplegar ante mis ojos documentos manuscritos, de apariencia antigua, algunos no tan fáciles de leer, escritos antes de que nacieran mis abuelos y los abuelos de ellos. Ocho años después me sigo maravillando, quizá esa sea una de mis ventajas al no ser historiadora. No me acostumbro; conservo capacidad de asombro ante ese papel que me indica que es cierto lo que me contaron en la escuela. Que de veras este país firmó un día un Tratado de Límites con Panamá y otro con Nicaragua, que Florencio Castillo fue un sacerdote que nos representó en las Cortes de Cádiz y que Juan Rafael Mora fue el hombre que le plantó ...