Mi derecho, mi privilegio
Hay elementos de nuestra vida cotidiana que se nos vuelven peligrosamente normales, los damos por sentado. Así, dejamos de maravillarnos ante la lluvia, sin pensar en quienes caminan kilómetros para conseguir pocos litros de agua; o se nos olvida que eso de vivir en un país que no tiene ejército es una rareza en el vecindario del planeta. Creo que lo mismo sucede con la posibilidad de votar para escoger gobernantes. Hace dos años tuve el gusto de trabajar en una exposición museográfica sobre el Bicentenario de la Constitución de Cádiz. Uno de los descubrimientos más relevantes para mí fue el enterarme de que esta constitución, por primera vez en nuestras tierras americanas, reconoció la posibilidad de que las personas fueran consideradas ciudadanas. Poco a poco se abría camino el sueño de la Ilustración de que el poder residiera en la nación y no en su majestad. Es difícil de entender para quienes hemos vivido toda la vida en una democracia. Aquí por cualquier asunto nos t...