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Mostrando entradas de marzo, 2018

A la mañana siguiente

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Imagen de Freepik  Costa Rica abunda en diversidad, y esto no aplica solo a imágenes con monitos y tucanes, orquídeas y bosques. En 51 mil kilómetros cuadrados hay espacio para todo el mundo, y la etiqueta que más nos debería importar hoy es la de #ticos.  Durante mis años del cole tuve dos amigas del alma, una era católica, la otra Testigo de Jehová y yo evangélica.  De mi primer trabajo, hace más de 20 años, me quedó un grupo cercano que yo llamo “las chicas del museo”; somos amigas hasta el día de hoy. Hay diferentes visiones de la espiritualidad entre nosotras, y el respeto mutuo ha sido siempre un componente  muy importante en nuestra relación. En pocos grupos me he sentido tan amada y aceptada como entre ellas.  ¿Y la familia? Tenemos de todo: gente soltera, casados una vez, casados en segundas nupcias y en unión libre. Cuando nos reunimos, la mesa se convierte en metáfora: hay alérgicos, diabéticos, semi vegetarianos, intolerantes a la lactos...

Mis razones para ir

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Imagen tomada de la página de Facebook de Arteria El próximo domingo de 1 de abril la dinámica de mi casa será un poquito distinta. Como siempre, espero disfrutar de un rato de lectura antes de que el resto de la familia se despierte. Seguro habrá un desayuno especial y distendido, como suele ser en domingo. Pero este día tendrá un componente especial. De nuevo nos alistaremos mi familia y yo para visitar la Escuela José Ana Marín, en Coronado, el sitio donde nos corresponde votar.  Los criterios están divididos en casa, pero si hay algo en lo que coincidimos es en que, definitivamente, hay que ir a votar.  El 1 de abril los costarricenses tenemos la segunda ronda de las elecciones para elegir presidente de la República. Yo sé que hay gente con dudas. Tal vez usted se encuentre en el grupo de los que creen que un voto más un voto menos no significa nada, que la suerte está echada o que no hay de dónde escoger.  Le confieso que a mí ninguno de los dos candidat...

La lucha que nos toca

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Regularmente hago ejercicio, pero no siempre logro pescar la clase de baile que es, por mucho, mi favorita. Sin embargo esa noche lo logré, y llegué con toda la ilusión de disfrutar de  un tiempo para mí, y no en función de nadie más, al ritmo de salsa, bachata y samba. Me acomodé en la segunda fila, con la expectativa de disfrutar la clase con el nuevo instructor. Por ningún lado vi venir lo que pasaría luego. “¿Dónde están las solteras? ¿Dónde están las casadas?”.  A mí me pareció nada que ver.  ¿Qué les puedo decir?, no lo niego, ese tipo de frases me caen malísimo. Sin embargo decidí guardar mi lado grinch y  darle el beneficio de la duda al nuevo profe. Apenas empezaba el calentamiento. Pero luego el asunto se fue complicando:  - Con este movimiento se pueden imaginar seduciendo al marido.  - Muévanse, como con la emoción de la primera noche.  Y entonces yo me salí de mi trance musical para prestar atención a la “guía” del instructor...