Lo más seguro es que todo cambie




Cada año es diferente al anterior, e incluso cada día. Mis hijos nacieron ambos en septiembre y el recuerdo de su llegada está asociado en mi memoria a temporales y aguaceros. Este año, sin embargo, apagamos candelas en medio del calor, con sandalias y el jardín medio seco. Sí, la vida es todo cambio y no existe garantía alguna de que las cosas se mantengan en el mismo estado para siempre... lo cual es una dicha.

No siempre se trata de un proceso fácil o agradable. Para la gente de espíritu aventurero probablemente sea un disfrute llevar un ritmo al estilo de un torbellino. Mi personalidad es más sedentaria y mi concepto de aventura es más modesto que el de quienes disfrutan de los saltos en bungee. Pero a la vida le tiene sin cuidado cuáles son mis preferencias y el cambio igual me llega, sin avisar ni tocar la puerta, como suele suceder.

Sin embargo, con cada cambio viene una oportunidad y un nuevo reto, y esa también es una sensación sabrosa y emocionante. En el proceso de escribir esta nota encontré esta joyita, que le atribuyen al novelista ruso León Tolstoi: “Todos quieren cambiar el mundo, pero nadie quiere cambiarse a sí mismo”. Probablemente el desafío más grande tenga que ver con crecer, con cambiar nosotros mismos. Soy funcionaria pública y con frecuencia critico a quienes se aferran a viejas prácticas con la excusa de: “¡es que siempre se ha hecho así!” No obstante, me doy cuenta de que en el ámbito de la vida personal también es fácil consentir lastres de conducta y hacerse de la vista gorda con ellos, porque “en mi familia siempre ha sido así”. El pretexto tiene múltiples caras, otras de ellas bajo la máscara de: “así soy yo, y no voy a cambiar”, “esta es mi personalidad”, “yo ya estoy muy viejo, o vieja, para hacer las cosas de manera diferente”.

Tengo 37 años, y me emociona encontrarme a mí misma en un nuevo proceso de crecimiento. Ciertamente no es fácil, en muchas ocasiones ha sido fastidioso, e incluso triste, pero estoy convencida de que vale la pena. A mi esposo le encanta hacer jardín y cuando poda alguna planta a mí se me encoge el corazón después de que saca la tijera y solo quedan unos pocos tallos. ¡Ah! pero a las semanas la planta crece otra vez con un vigor renovado y una cosecha de flores.

Cuando nos cerramos al cambio nos enmohecemos, nos perdemos de la vida. Tal vez usted conozca estos síntomas: conservar las mismas cortinas durante treinta años, visitar a la misma persona el mismo día de la semana a la misma hora... por años, resistirse a probar un accesorio diferente o una comida distinta. Solo abrazando el cambio podemos crecer y traer esperanza a nuestras vidas. Es la única forma de aceptar que podemos rechazar la bolsa plástica en el supermercado o salir a hacer mandados en bus para que el carro se quede en casa un día a la semana. Darnos la oportunidad de ser diferentes es el primer paso para que alguien que nunca ha abrazado, abrace. También es el inicio del camino para reaccionar distinto ante el enojo o la frustración, sin importar como vimos que se manejó en nuestras casas cuando éramos chiquillos.

La vida es incierta, no sabemos en qué momento llegará una ráfaga y todo a nuestro alrededor será distinto en adelante. Para los que somos cristianos la única certeza es el amor del Señor acompañándonos en cada vuelta del camino. El cantante español Marcos Vidal lo dice con estas palabras en una de mis canciones favoritas: “Yo no sé lo que traerá para mí el mañana, pero sí sé que nunca se apagará su llama. Salga el sol por dondequiera, El me ama”.

Yo he aprendido a comprarme una blusa, que jamás se me ocurriría haber comprado antes, solo por cambiar... y al final descubrir que me encantó. Les comparto el desafío; me parece que detrás de él hay mucha esperanza. Como despedida, les dejó esta frase de Gabriel García Márquez: “los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez”.


Comentarios

Julia Brenes ha dicho que…
precisamente hoy necesitaba leer algo así...
gracias
Maureen Herrrera Brenes ha dicho que…
!Qué bien Julia! Parece mentira, son solo palabras, pero tienen su efecto. La gloria es para el Señor
Gordo ha dicho que…
Maureen: He leído uno o dos artículos en La Aventura de Escribir y la verdad es que me ha encantado su manera de escribir y la seria reflexión que se hace en el desarrollo del tema. Con los dedos de la mano se pueden contar las personas cristianas que escriben bien. Hablando del tema del artículo , estoy totalmente de acuerdo que en cada minuto necesitamos ejercer la hermosa facultad del cambio. Por algo Heráclito decía que todo fluye y que nadie se baña dos veces en la misma agua. En mi país, cuando una persona se escuda en la edad para no emprender algo se justifica diciendo: "Chango viejo no aprende maroma nueva." Yo les replico que todo depende del chango. Y es cierto. Los hijos de Dios debemos decir con Pablo: Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Mi e-mail es emmanuelquinones@hotmail.com y www.facebook.com/emmanuelquinones77
Felicidades y bendiciones.
Maureen Herrrera Brenes ha dicho que…
Estimado Emmanuel: muchas gracias por sus palabras de estímulo. Ojalá cada día seamos más los escritores cristianos. ¡Tenemos tanto que decir, tanta esperanza por transmitir! Le espero nuevamente en "Una nota de esperanza"

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