La hija de Mario Herrera
Hoy, de camino a mi trabajo, el sopor de la manejada se me fue de inmediato cuando Roberto Carlos sonó en la radio: "...yo ya no quiero cantar solito, yo quiero un coro de pajaritos, quiero llevar este canto amigo a quien lo pudiera necesitar. Yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar..." De inmediato se dibujó una imagen en mi mente porque recordé a mi papá cantando esa canción.
Entonces caí en cuenta de que está empezando octubre y este mes se cumplen 15 años de su muerte física. No fue un recuerdo triste, en lo absoluto. Me pareció muy hermoso pensar que lo recuerdo así, cantando... desafinado, sin duda, pero cantando y feliz.
Y como homenaje a los 15 años de su partida, quisiera compartir en la red que Mario Herrera Burgos nació el 21 de mayo de 1947 y fue mi papá. En muchos sentidos fue un espíritu libre y rebelde. Amaba la naturaleza, la vida sencilla del campo y la quietud. Creo que mi lado más hippie -ese al que no le importan las apariencias, sino la comodidad-lo aprendí de él.
El, que no avanzó más allá de la primaria, nunca me dijo que era importante leer, pero con frecuencia lo ví leyendo: libros de compra y venta, la revista "Selecciones", La Biblia. Y así, sin pronunciar palabra al respecto, me heredó una de las cosas que más amo en la vida.
No crean que esta es una imagen idealizada. También tenía su mal carácter, sus luchas- y creo que se esforzó demasiado porque su familia lo percibiera intachable. -¡Qué tontera! los hijos requieren papás humanos, no perfectos-.
Fue el primero en casa que se interesó por conocer al Señor Jesús de cerca, y de su voz conocí mis primeras historias bíblicas. También lo recuerdo cantando "Y porque El vive yo no temo del mañana, porque El vive, mi temor se fue. Porque yo sé que El conoce mi futuro y sé que vale la pena vivir porque El vive en mí. Y si vivimos para El vivimos, y si morimos para El morimos, sea que vivamos o que muramos, somos del Señor".
Esa es una de mis canciones favoritas y también me la heredó él. La pensé mucho cuando estuvo enfermo antes de su muerte, y digo "la pensé" porque en muchos días no tuve energía para cantarla. Pero ya eso quedó atrás... la ventaja de ser cristiana es que sé que la muerte física no es el final del camino.
Y así recordé hoy, 1ero de octubre, a mi papá. Al cabo de los años he construido diversos sombreros que me identifican; pero hoy me quiero poner este en especial, con una sonrisa y una flor en la oreja: soy Maureen, la hija de Mario Herrera.
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