Donde todo empieza y todo termina
Corremos tanto en esta vida, hay tanto afán. Perseguimos el éxito, la felicidad, la prosperidad, la salud y el colmo de la ironía es que incluso nos llenamos de ansias en búsqueda de paz. Cada quien se lanza a este camino de diferente forma.
La Biblia cuenta la historia de un hombre que hizo este mismo recorrido. No se negó nada, en su agenda hubo diversión, placer, conocimiento, buenos tragos, casa de lujo, empresas, negocios, dinero, arte, prestigio. Al final nada lo llenó, todo fue un fastidio. Llegó a la conclusión de que todo era una ilusión vana, era como “querer atrapar el viento”. Se sintió tan mal y tan vacío que llegó a odiar la vida.
¿Dónde encontró paz el hombre de la historia? En Dios. Al final de su camino el Rey Salomón, nuestro protagonista, encontró que lo mejor de la vida era disfrutar de aquello que viene de Dios. Concluyó que solo por El podemos comer y gozar, solo de El vienen la alegría y el conocimiento.
Muchas veces yo me he sentido como el hombre de esta historia, corriendo de acá para allá, tachando puntos pendientes en una enorme lista de tareas y llegando a la cama exhausta con la sensación de que he estado tratando de “atrapar el viento”.
Pero entonces me
acuerdo. Me acuerdo de que fui creada por El, para ser su amiga y que es ahí,
en esa relación, donde cada pieza del rompecabezas ocupa su lugar y puedo ser
yo misma… y encontrar paz.
Ese fue el plan original. En
el Edén conversar con el Creador era tan natural como sentarse a ver la puesta
del sol. Pienso en esto cuando escucho esa hermosa canción de Juan Luis Guerra
que dice
“Tan solo he venido a estar contigo, a ser tu amigo, a compartir con mi Dios, a adorarte y darte gracias, por siempre gracias…”
Pero luego del Edén el pecado
entró en el mundo y todo se echó a perder y la consecuencia más nefasta de ese
cambio fue perdernos de ese caminar con el Señor por el huerto. Pero El, el que
creó el universo con solo pronunciar palabras, nos echaba de menos, (¿pueden
creerlo?) y por eso ideó un plan. Vendría a buscarnos, en la forma de uno de
nosotros. Y como si eso no fuera ya de por sí extravagante, escogió venir en la
forma de un niño, en medio de gran pobreza y en un contexto político de ocupación
e injusticia.
Un día todo volverá a ser como antes, como en el huerto. Pasará, ya sea que lo creamos o no. La mente no me alcanza para imaginar un mundo sin guerra, enfermedad, injusticia, temor ni muerte. Pero sucederá y ese día espero decir, como Marcos Vidal “…solo déjame mirarte cara a cara, y perderme como niño en tu mirada… ”
Un día todo volverá a ser como antes, como en el huerto. Pasará, ya sea que lo creamos o no. La mente no me alcanza para imaginar un mundo sin guerra, enfermedad, injusticia, temor ni muerte. Pero sucederá y ese día espero decir, como Marcos Vidal “…solo déjame mirarte cara a cara, y perderme como niño en tu mirada… ”
Pienso en todo esto cuando
miro las luces del árbol de Navidad en medio de la sala y el nacimiento que mi
hija Lucía preparó esta mañana.
¿Qué puedo decir? El Rey salió a buscarme y trajo a mi vida salvación y paz.
De todo corazón deseo que a
ustedes les pase lo mismo. “ El cielo se viste de gala…Alabanzas al Rey” ¡Feliz
Navidad!
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