Mi lugar seguro
Bienestar. La palabra me persigue en mis revoloteos por internet. Salud, descanso, relajación, autorrealización, plenitud. ¿A quién no se le antojaría este coctel? Cuando reviso la lista no puedo evitar pensar en lo mucho que se han transformado los anhelos en los últimos años, al menos para las personas de mi entorno más cercano.
No creo que mis abuelos se hayan detenido a pensar si estaban realizados o no, o que mis tías hayan soltado un rato la escoba para reflexionar sobre cómo logar vidas más plenas. Los tiempos cambian y hoy parece que la humanidad va detrás de la felicidad… al menos según se entiende en estas épocas.
El fin de semana me asomé al canal alemán DW y me encontré con un programa titulado “En forma”. Me identifico con los reportajes que hablan sobre la importancia del descanso y la incorporación del ejercicio a la vida cotidiana, desde las bondades de las frutas hasta el valor del silencio aderezado por el canto de pajaritos.
En el periódico La Nación, Alejandra Vargas compartió las joyas de la sabiduría de un señor japonés, ganador del Nobel de Química, que afirma que la vida sin pasatiempos carece de gracia. Ese texto realmente me gustó. El asunto de crear tiempo para mí, más allá de las obligaciones, ha sido uno de los descubrimientos más preciados de mi vida adulta. Los libros, las plantas y la caminata pelean con furor por un campito en mi agenda… y la mayoría de las veces lo obtienen.
También queremos bienestar en el trabajo. Anhelamos tener un buen nivel de productividad y un uso adecuado del tiempo. Sobran los gurús, las recetas, los últimos 25 secretos revolucionarios para ser las personas más efectivas. Recientemente en mi oficina comentamos un texto que llevaba por título “10 consejos para aprovechar al máximo su tiempo de trabajo”. Me parecieron buenos consejos, lo digo con sinceridad. Además, tal y como le comenté a mis compañeros ese día, creo que el sentido de aprovechar bien el tiempo en el trabajo es contar con más minutos para la gente que amamos y para otras áreas de nuestra vida. A mí me encanta lo que hago para ganarme la vida; pero aspiro a tener otros espacios en mi agenda, tema del párrafo anterior.
Estas épocas son incluso generosas en cuanto a información disponible sobre cómo llevar la vida en familia. Recién encontré un artículo muy valioso titulado “El síndrome de la mala madre” y me puse a pensar en toda la información está a mi alcance. ¡Cuánto he aprendido en las charlas para la familia en la escuela de mis hijos o en las entrevistas de Buen Día! No hay pretexto. ¿Viene de una familia disfuncional y no sabe cómo llevar relaciones saludables con los demás? Busque información, puede nadar en la cantidad que encontrará, y ¡póngase a estudiar!
Pero la vida está llena de paradojas. Tanta relajación, salud y aspiración a longevidad, se combinan en estos tiempos con la angustia de la vida diaria, la sensación de soledad y el trabajo excesivo.
¿Han llorado de puro cansancio? Yo sí. Hasta inventé una palabra para esa tristeza que no obedece a nada especial sino solo al puro agotamiento: “trisancio”. Además, diversas circunstancias me han llevado a tratar de comprender las bondades del sufrimiento y la adversidad… pero ese es tema para otra entrada.
Es así como mi ronda por el mundo del bienestar me lleva al mismo punto de siempre, a la fuente de todo. Solo en mi relación con Dios encuentro estabilidad.
Cuando recuerdo que también soy un ser espiritual y conecto con mi Señor y Salvador... ahí es cuando alcanzo mi verdadero punto de balance. No me malinterpreten; yo de veras considero valiosa la oferta que he comentado… solo que no me alcanza, se me queda corta. Encuentro deleite en el tiempo con los que amo, en la caminata, en la autorrealización y en la comida sana.
Sin embargo, el auténtico bienestar lo encuentro solo en el regazo del Señor. Ese es mi lugar seguro. Como dice Danilo Montero, estar en Él es estar en casa.
Comentarios
Me encanta cada nota que escribes porque sé con conocimiento de causa,lo mucho que disfrutas de esto y lo que representa para vos.
Con cariño, Marilyn
Una de las características más hermosas de las palabras es que nos ayudan a crecer juntos.
Un gran abrazo,
Mau
Te anoto un pensamiento:
Carpe Diem
Un abrazo,
Un beso,