Mi pasión



Imagen de Pinterest.

A veces me pregunto por qué me gustan tantísimo las palabras. Escritas, narradas, con música; me visitan en el pensamiento por la noche y también me dan fuerzas cuando siento que no lo voy a lograr.  En muchos sentidos mi vida está hecha de palabras, y no exagero si afirmo que son una de las más fuertes pasiones de mi vida.
¡Qué cosa tan misteriosa son las pasiones! ¿De dónde nacen? La verdad, no tengo la menor idea. ¿Qué motiva a la gente que entrena afanosamente, a quien se abraza a un instrumento musical varias horas al día, al que cultiva por vocación y no se achanta frente a sequías o temporales? 
Supongo que el origen debe estar en el hecho de que los seres humanos somos maravillosamente diversos. Al escribir esto me viene a la mente la teoría de las inteligencias múltiples de Howard Gardner quien afirma que no existe una única forma de ser inteligente. De hecho, él identifica ocho tipos de inteligencia (y no se las enumero aquí para les pique el gusanillo y averigüen cuáles son).

 Y esta idea se relaciona otro tema que me encanta: lo trascendental que es darnos permiso de averiguar qué nos gusta, qué nos mueve. Es un camino hermoso, extraordinario, ese de conocernos a nosotros mismos, ¡y vale doble puntaje si somos mujeres! En esta parte del mundo usualmente a las mujeres se nos motiva a pensar en los deseos y necesidades de los otros, antes que en los nuestros.

Es graciosa la coincidencia, pero mientras escribo estoy viendo “Novia fugitiva”. Mi parte favorita de esta película es cuando el personaje de Richard Gere encara al de Julia Roberts y le dice que antes de formar pareja debería conocerse a sí misma. Gere interpreta a un reportero que investiga por qué Maggie, el personaje de Roberts, se escapa una y otra vez al borde del altar. En su investigación entrevista a sus ex parejas, y todas afirman que la forma favorita de Maggie de comer los huevos es a la manera de cada novio. Es decir, ni siquiera en algo tan trivial como el desayuno, esta chica se había detenido a escoger su manera preferida, simplemente se adaptaba al hombre que tuviera al lado. “¡Estás tan perdida que ni siquiera sabes de qué forma te gustan los huevos!”, le grita el reportero. Mujeres que me leen, ¿les suena familiar?

A mí siempre me gustó leer y estoy segura de que esta pasión latente influyó para que estudiara Comunicación. Al final de la adolescencia tuve un atisbo de lucidez y me planteé que me gustaría escribir. Pero no seguí. Me enredé en la vida cotidiana, en cuidar de los demás. Por ninguna parte de la cabeza me habría pasado detenerme a pensar cuán importante era esta vocación para mí.

Imagen de Pinterest
¡Cuánto habría escrito hasta el día de hoy si no me hubiera detenido! Pero bueno, no estaba lista como ser humano, no me había dado permiso de pensar en mis intereses. Pero un día… un día salió el sol y miré hacia dentro y parte de lo que había en la caja mágica de mi corazón era esta fascinación incontenible por las palabras. Y desde entonces me abracé a esta vocación, me amarré a ella como si de ello dependiera mi vida. Ja, ja. Sé que es un poco loco, pero los apasionados del mundo me entenderán.
Y aquí estoy, dándole al teclado, llena de ilusión. Le pido años de vida a Dios para avanzar en este camino. Algunos se inspirarán viendo a Navas y a Ronaldo, a Michelle Obama, a Elon Musk o a Meryl Streep. Yo me derrito frente a las escritoras grandes, canosas y arrugadas, plenas de vida e historias; voy tras ellas. 
A veces asusta seguir una pasión. Pero quizá sin un poco de miedo no sería real; hay que arriesgar algo para que el negocio sea emocionante.

¿Y qué hacer con aquello que nos gusta, en lo que invertimos gran cantidad de horas? Yo creo que al menos una parte de esta locura hay que ponerla al servicio de los demás; hay un mundo que nos rodea más allá del espejo. Por supuesto que no soy ninguna lumbrera de la literatura o el periodismo, pero es seguro que en esto soy mejor que en otras tareas. De seguro no me iría muy bien cantando o como atleta de alto rendimiento. 

Hace unos días observé una entrevista que le hacía Evelyn Fachler a Claudia Dobles, Primera Dama. En la conversación, ella contaba del proceso mediante el cual se puso de acuerdo con don Carlos, su esposo y Presidente de la República, para determinar en qué parte del nuevo gobierno podría colaborar.   Para ella lo lógico era aportar en un área en la que fuera buena y tuviera experiencia. Así que hoy trabaja en temas de movilidad urbana.
¿Qué tenemos nosotros para darle a nuestro país? Es una pregunta relevante, sobre todo hoy cuando tenemos al frente las elecciones para nuevos alcaldes. ¿Cómo serían nuestros cantones si cada quien aportara algo de lo que sabe hacer muy bien? 

Esta es una imagen de Vásquez de Coronado, mi cantón. 
A mí me entusiasma tocar la vida la gente por medio de este blog. Dejar un abrazo, sembrar una idea nueva o dar una patadita de entusiasmo, todo ello por medio de mi machete, las palabras. Cuando una persona me cuenta que algo que escribí le bendijo o le hizo reflexionar, me hace sonreír un día completo; ha valido la pena.

Y esta es mi pasión. Les deseo que abracen la de ustedes. Y si hace tiempo no sacan los tiliches respectivos, les animo a que los vayan a buscar. Desempolven la máquina de coser, o la pala; saquen las tenis, vuelen a la cocina o matriculen ese curso que siempre han deseado. Hagan un tiempo en su agenda para aquello que les encanta, y anímense (¡animémonos!) a compartir una parte de esta bendición con otros. Tal vez no cambiemos el mundo, pero mínimo podemos impactar a los amigos, a la familia o a nuestro barrio. 

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