Trabajar en un archivo

Foto: Archivo Nacional


Hay palabras que llegan a nuestras vidas por diferentes motivos. Esta me visitó por razones profesionales y a mí me dio curiosidad averiguar cuál era su origen. No imaginé que esto me llevaría a un relato fascinante, originado en Atenas hace ¡treinta siglos! Un oráculo, un rey que ofrece la vida, un nuevo gobierno... Arkhon, arkheion, ta arkheia, archivum, archivo. 

Y así me entero de dónde surgió una palabra que forma parte, desde 2010, de mi día a día laboral. Pero quiero saber más, averiguar cómo empezó la cosa en Costa Rica. ¿Quiénes fueron las primeras personas que archivaron documentos? Y entonces me remonto a 1660  cuando el alférez Juan López de Ortega inició una campaña de recolección de documentos en el cabildo de Cartago, con amenaza de castigo para quien los retuviera (¡Ah caray, era en serio la cosa!)

Todo apunta a que los españoles eran bien celosos en la administración de los documentos (recordemos que estábamos en el período colonial). 

Imaginemos el Cartago de 1734. Ha de haber sido apenas un pueblito chirrisco. En ese momento el gobernador era Balthasar de Valderrama.

Resulta ser que don Balthasar emitió un decreto para ordenar que se sacaran del archivo dos Reales Cédulas con el fin de atender un caso de residencia, a solicitud del regidor Juan Francisco de Ibarra y Calvo. Según se indica en el decreto, y esto me resulta totalmente fascinante, para abrir el archivo donde se encontraban los documentos se necesitaba la concurrencia simultánea de las tres personas que tenían llave del mismo: el gobernador, el regidor y el procurador síndico. Y como debe ser cuando se habla de archivos, aquí está el documento probatorio de lo que les estoy contando.



ANCR, Complementario Colonial, signatura 203, folio 2 v.

Luego vendría León Fernández Bonilla (1840-1887), abogado e historiador. El fue autor de un libro de referencia titulado "Colección de documentos para la historia de Costa Rica" (1881) y en el prólogo de esta obra menciona que durante sus estudios en Guatemala, para convertirse en abogado, fueron muy importantes sus investigaciones en libros y documentos. Quería indagar más a fondo la historia de Costa Rica, muy desconocida para el momento, y esto le llevó a compilar el primer tomo de documentos y a impulsar la creación de un Archivo Nacional en el país. 

El historiador Carlos Meléndez narra estos hechos en esta publicación, emitida con motivo del Centenario del Archivo Nacional. Menciona la participación de otras personas (otros hombres, que no había espacio para nosotras en esa época, pero esto es otro cuento) que también formaron parte de los antecedentes de la institución: Francisco María Oreamuno, Felipe Valentini y Eusebio Figueroa. 

Y así, el 23 de julio de 1881 se firmó el decreto que fundaba una nueva institución llamada en ese momento "Archivos Nacionales". Esa fecha es hoy. Ha corrido mucha agua bajo el puente desde entonces. En la actualidad no solo resguardamos documentos históricos, también nos hacemos cargo de índices y protocolos notariales, y coordinamos el Sistema Nacional de Archivos (integrado por los archivos de todas las instituciones públicas de Costa Rica). Hoy estamos cumpliendo 141 años de servir al país.

Fuente: página de Facebook del Archivo Nacional 

Pensar en la época en que empecé a trabajar en el Archivo Nacional me recuerda la enorme emoción de la primera vez que tuve al frente un documento histórico, un original, así "en persona". Se trató del Acta de la Anexión de Nicoya y yo no podía creer que ahí frente a mis ojos estaba un documento de casi 200 años que daba cuenta de un hecho histórico que yo había estudiado en la escuela y en el colegio. Aquí lo pueden ver y emocionarse como lo hice yo. 

Es cierto que se trata de un asunto de trabajo. Al inicio les decía que la palabra "archivo" llegó a mi vida por razones laborales. Sin embargo, sospecho que se ha abierto un lugar en mí que va más allá de lo estrictamente profesional. 

En los últimos 12 años he aprendido para qué sirven los archivos: para que la gente defienda sus derechos (como la persona que necesita probar que una propiedad realmente le pertenece), para reponer documentos que tienen valor incalculable a nivel legal y personal (como un certificado de estudios), para combatir la impunidad frente a los regímenes totalitarios (si quieren profundizar vean "El eco del dolor de mucha gente"), para combatir la corrupción y fomentar la transparencia...

Aplauso para la gente que trabaja en los archivos. Gracias a ellos encontramos documentos municipales cuando los requerimos, tenemos acceso a certificaciones y podemos obtener documentos probatorios para múltiples propósitos (me consta pues en una ocasión tuve que explicarle a un Juzgado que yo soy yo y no la persona que ellos buscaban). 

Felicidades al gremio que en estos días celebra la Semana del Archivista Nacional. Dichosamente los tiempos han cambiado y en la actualidad hay mujeres, muchas, en esta ecuación; aquí un ejemplo. 

Y así empiezo a sospechar que el asunto es más personal. 

Cuando me percato de que ya pasó la medianoche y estoy aquí en la computadora escribiendo esta entrada, y pienso que aunque estoy cansada cómo me iba a quedar sin escribirla, y me emociono toda buscando los documentos con que la voy a ilustrar y los ejemplos que ayudan a comprender mejor la idea... 

Entonces me doy cuenta de que yo creo profundamente en la importancia de este quehacer, desde el fondo del corazón. 


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