En tiempos de lluvia y en tiempos de sol


Parece que la estación lluviosa ya llegó. Siento que no tuve mucha oportunidad de ponerme enaguas y sandalias. Sin embargo, por otra parte, amo la lluvia, que me transmite mucha paz. Me parece que la ciencia está en aprovechar cada estación: sacar el hielo en el verano, o bien tomarse un chocolate caliente en las tardes de frío. Se parece un poco a la vida ¿no les parece?

En esos temas climáticos a veces me siento un bicho raro. Cuando amanece de temporal, llego al trabajo y escucho las frases usuales: “¡qué pereza estar aquí!”, “¡qué rico frío, pero para estar en la casa!” Yo, la verdad sea dicha, llego feliz a trabajar cuando está lloviendo. Debe ser algo particular de mi organismo. A mí me encanta la lluvia, el frío, la llovizna y la niebla. Incluso amo los cielos grises.

Sé que hay gente que se siente totalmente deprimida con días así. Recuerdo que mi papá decía “Yo no podría vivir en Cartago, con esa llovizna y ese frío permanente”. De hecho yo pasé mi infancia pensando que Cartago era espantoso, fue hasta hace algunos años que lo conocí un poco más... y me encantó.

¿Y qué podemos decir del calor? Es la época perfecta para hacer trabajos en la casa. Mi vecindario ha estado, en estos meses anteriores, aderezado por martillos, gente que está pintando y pequeños montones de arena en la entrada de las casas. Hay que reconocer que el sol da esa energía que lo hace sentir a uno fortachón y con ánimo para emprender nuevos proyectos.

En el párrafo del inicio les decía que esto se parece a vida: hay épocas de sol en que todo sale bien; pero hay otras de tormenta, en las que enfrentar el día a día es un trago amargo y un camino agotador. Mi vida ha sido así, y estoy segura de que la de ustedes también.

Lo que me anima de esta historia es que en toda circunstancia de la vida podemos recurrir a Dios, que es bondadoso, y está esperando con los brazos abiertos que nos volvamos a El en busca de consuelo, ayuda y refugio. (Sí, leyeron bien, ¡el Dios que creó el universo con solo pronunciar una palabra nos espera con anhelo!) En su carta a los Filipenses el apóstol Pablo les dijo que había aprendido a hacerle frente a todo, gracias a la fortaleza de Dios. Se refería a situaciones económicas, pero creo que se puede aplicar a todas las áreas de la vida. El estaba en prisión cuando escribió estas palabras y este hecho les otorga aún más mérito: “He aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé lo que es vivir en la pobreza, también lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a hacer frente a cualquier situación (...) A todo puedo hacerle frente, gracias a Cristo que me fortalece” (Filipenses 4:11-13, versión popular).

Como dice el poema de Guillermo Fernández que aparece al inicio del blog, no podemos ahogarnos en el polvo, ¡somos un oasis! Así que si hay sol, disfrutemos las chancletas; y si llueve, busquemos una sombrilla de colores y salgamos a la calle con una sonrisa. Con la ayuda de Dios podemos hacerle frente a todo.
(*) Foto: imagen de la exposición El paisaje húmedo costarricense, que se exhibe en la Galería Nacional. Cortesía de Luis Jara, del CCCC.

Comentarios

mherrera ha dicho que…
Quedo excelente el blog te felicito. Gracias por escribir palabras alentadoras para los lectores.
Es bueno leer algo motivador en medio de tanta noticia de crisis y suceso.
Un abrazo
Mario H
Maureen Herrrera Brenes ha dicho que…
Gracias por tu comentario. Contále a todos los que estén cansados de ver únicamente malas noticias. Aún suceden cosas buenas.

Mau

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