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Mostrando entradas de agosto, 2017

Un vaso que se desborda

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Así se vio el atardecer ayer, desde Coronado. Un champucito de cariño, desde el cielo. El hecho de que un milagro suceda una y otra vez, y nos acostumbremos a él, no lo hace menos extraordinario. El camino diario está llena de ellos, de pequeños grandes regalos que vuelven el transcurrir de los días hermoso, deseable. La vida es el primer milagro que me saca hoy una sonrisa de agradecimiento. En mi barrio, que está calladísimo a estas horas mañaneras del domingo, miro las montañas a través de la ventana de mi estudio, oigo soplar el viento (¡qué sonido tan bello!) y me percato de que estoy respirando. Cada latido fiel de mi corazón me recuerda que estoy viva. Esto es demasiado valioso y no quisiera darlo por sentado. La familia, mi gente querida con la que recorro el camino, los cercanos y los extendidos, el tesoro de mi corazón (¿cómo decirlo sin sonar cursi? pero de verdad eso es lo que son). Hay días en que es fácil amarlos, otros no tanto, pero igual los quiero. Son l