Un vaso que se desborda


Así se vio el atardecer ayer, desde Coronado. Un champucito de cariño, desde el cielo.


El hecho de que un milagro suceda una y otra vez, y nos acostumbremos a él, no lo hace menos extraordinario.

El camino diario está llena de ellos, de pequeños grandes regalos que vuelven el transcurrir de los días hermoso, deseable.

La vida es el primer milagro que me saca hoy una sonrisa de agradecimiento. En mi barrio, que está calladísimo a estas horas mañaneras del domingo, miro las montañas a través de la ventana de mi estudio, oigo soplar el viento (¡qué sonido tan bello!) y me percato de que estoy respirando. Cada latido fiel de mi corazón me recuerda que estoy viva. Esto es demasiado valioso y no quisiera darlo por sentado.

La familia, mi gente querida con la que recorro el camino, los cercanos y los extendidos, el tesoro de mi corazón (¿cómo decirlo sin sonar cursi? pero de verdad eso es lo que son). Hay días en que es fácil amarlos, otros no tanto, pero igual los quiero. Son la gente con la que quedo cuando cae el telón y hay que barrer. La gente que me quiere y acepta, aunque me conozcan hasta las manías más insospechadas. No me recupero del regalo que son en mi vida mi esposo y mis hijos. Ya son adolescentes, pero todavía, de cuando en cuando, los contemplo respirar mientras duermen.

Y los amigos. Van siendo menos conforme envejezco, pero como dice el dicho son "poquitos pero benditos". Son la familia que escogí y que me escogió, ellos sabrán quiénes son al leer estas líneas. Un abrazo de osa para cada uno y una.

¿Y qué me dicen del arte? Ustedes tendrán sus manifestaciones favoritas. Yo no imagino mi vida sin música, literatura o cine. Si agrego una taza de café la cosa es aún más extraordinaria, y si al escenario le añado un grupo de amigos fiebres de las mismas pasiones, es el colmo del placer.

Mi Costa Rica querida es otro milagro. Es cierto que hay huecos en las calles, que es un país muy caro y que aún nos falta mucho por llegar a ser ese país de verdad verde al que aspiramos. Pero también es cierto que mis hijos nunca van a hacer servicio militar, que tenemos una democracia (perfectible, pero democracia al fin con todas sus letras) y que aquí existe libertad de culto y expresión (por mencionar solo dos ejemplos), libertades que son apenas un sueño en otras partes, por la cuales la gente pelea y hasta pierde la vida.

En la menudencia de la vida diaria, más casera, las bendiciones se presentan como una cama para dormir cada noche, comida en la alacena, ¡agua caliente para ducharme!, una florcita en el jardín que me alegra el día y hasta el amor de Cara, nuestra nueva perrita. Tengo un empleo al cual dirigirme cada mañana e incluso trabajo en la carrera que estudié... ¡No, si lista es enorme!

Y el milagro mayor, el número 1 en el top ten, el que brilla como la estrella enorme en el cucurucho del árbol de navidad: Dios me ama.Yo no he hecho nada especial me haga merecer semejante cosa. Le importo al Dios que creó el universo. Se me ponen loquillas las neuronas tratando de comprender, y entonces mejor dejo la pensadera  y solo me dejo abrazar por el Maestro.

Si mi lista les parece sospechosamente optimista, déjenme decirles que también tengo dificultades, días en los que desearía dormir las 24 horas, preguntas sin respuesta... Sin embargo el número de milagros es, por muchísimo, mayor.

Hoy es un día especial, no fue que simplemente amanecí con ganas de hacer inventario. Hoy cumplo 45 años y no puedo más que decir ¡gracias Dios! Abriré regalos todo el día, los acaban de leer conmigo.

Si tuviera mucho dinero me iría de viaje a La Patagonia, a celebrar. Aunque... ¿saben qué? La pura verdad no falta nada más. Así, tal cual, ya soy millonaria.


Comentarios

DMV Adriana Herrera ha dicho que…
Muy feliz cumple!
Maureen Herrrera Brenes ha dicho que…
Gracias, Adri! Un abrazo

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