Por qué todavía soy cristiana


El tema de la fe siempre me parece pertinente. Pero sé que en Semana Santa, entre empanaditas de chiverre y películas con Charlton Heston, nos volvemos más sensibles a un tema que para mucha gente es como una basura en el ojo.

Yo decidí ser una discípula de Jesús cuando era una niña. Tenía 8 o 9 años y el predicador invitó a aquellos que quisieran entregar su vida al Señor a que pasaran al frente, para hacer una oración. Las decisiones de lo niños son serias, se los digo yo. Aquella fue una oración honesta.

Con el paso de los años entendí la letra menuda: hubo un momento de la historia en que el ser humano decidió darle la espalda a Dios y vivir según las reglas humanas y no de acuerdo con las divinas. Así empezó la tragedia de nuestro mundo y el origen de todos nuestros males. (No es el tema aquí, pero hay que explicar que nunca fue el plan de Dios que hubiera guerras, terremotos, violencia y demás; todo esto es resultado de nuestra escogencia como raza humana). Por mucho que yo me esforzara mi sacrificio nunca sería suficiente para restablecer la relación entre Dios y yo, y estar lejos del Creador causa una gran ansiedad, una búsqueda y una sed que no se curan con nada, excepto con El. Ah... pero vino Jesús, el Hijo de Dios, y ocupó mi lugar en la cruz. El fue el sacrificio perfecto de una vez y para siempre.

Y para no hacer el cuento muy largo, es así como hoy, por la gracia de Dios, soy su hija. El, con su amor inexplicable, me abraza cada día con su paz, salvación, amor y esperanza. No soy alguien mejor que los demás, no soy perfecta. La maldad también me tienta y vivo -al igual que todos- en este mundo caído en el que suceden cosas terribles. A veces pierdo el rumbo, y entonces vuelvo al camino, con raspones y muerta de sed. Volveré cuantas veces sea necesario. Esto como un partido de fútbol: "no termina, hasta que termina", y mi anhelo es ser fiel al Señor hasta el final. Es un Maestro desafiante, porque su enseñanza apunta al corazón y no a lo externo. ¡Qué fácil es cubrir el cuerpo con una enagua hasta el tobillo, pero qué difícil es abstenerse del chisme y la murmuración!

El Señor Jesús es "el Imprescindible" de mi vida. Me ha cuidado del peligro y me ha dado ánimo y dirección en los días oscuros, cuando me he sentido totalmente atrapada sin saber para dónde coger. Cuando miro a mis hijos, mi matrimonio, mi trabajo, y aún este blog, no hallo sino oraciones contestadas. El Maestro no siempre me complace, pero siempre me ama. Su amor es la única certeza que he encontrado en este mundo, y el día en que parta de aquí sé que iré con El, a un sitio mejor.

Este comentario tiene en su título la palabra "todavía" y esto no es casual. Son muchos los que un día caminaron conmigo por el trillo, pero hoy se fueron para la autopista. No los juzgo. He escuchado sus argumentos: "la iglesia está llena de hipócritas", "me es imposible tener fe", "Dios no respondió mi oración como yo quería", "la religión es opresora, y es un invento del hombre", "hay otros caminos además de Jesús", "Dios está más interesado en otros asuntos que en mi vida". Sí, los he escuchado. Trato de comprender sus puntos de vista, pero me duele ver sus vidas marcadas por la mayor tragedia que le puede acontecer a una persona: vivir su vida de espaldas a Dios; cavando en pozos secos, mientras el manantial está a la vuelta.

No es la iglesia, no son los otros; se trata de mí y del Señor. El está ahí, a la distancia de una oración. Mirálo caminado entre el polvo del camino, dolido ante la enfermedad, conversando con prostitutas y estafadores, amigo de las mujeres, encarando a los fariseos por hipócritas. Pero, sobre todo, abrí bien los ojos. Velo y escuchálo decir: "Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana". (Mateo 11:28, Nueva Versión Internacional")

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