Mi primer amor



Cuando estaba en noveno año del colegio me sucedió algo muy especial: decidí que quería estudiar periodismo. En algún momento, en aquellos años ochenteros sin internet, llegó hasta mis manos en Pérez Zeledón un folleto a blanco y negro sobre la Escuela de Ciencias de la Comunicación Colectiva (ECCC) de la Universidad de Costa Rica. ¡El primer paso hacia mi sueño!

No fue fácil entrar. Mi nota de admisión fue muy buena, pero se concursaba para ingresar con el promedio ponderado de cuatro cursos y el 7 con que aprobé Economía me dejó a centésimas de la meta. Fue uno de los momentos más difíciles de mi vida. ¿Qué hacer, qué otra carrera escoger? Después de explorar otras posibilidades llegué al punto del inicio: “¡Yo lo que quiero es estudiar comunicación!”. No tenía más remedio que seguir la vocación. Volví a llevar el curso de Economía, que esta vez aprobé con un 9, y de esta forma quedó sellado mi pasaporte al planeta de los comunicadores. 

Fue así como en marzo de 1991 me senté por primera vez en el pupitre como estudiante de Comunicación. Ha sido uno de los momentos más felices de mi vida. Me sabía privilegiada, parte de un pequeño grupo creativo, lleno de sueños, con toda la energía para sacar adelante lo que fuera necesario y con la convicción de que la que comunicación es una herramienta poderosa para hacer de este un mundo mejor. 

Hubo personas hermosas entre  los compañeros de mi generación, y mejor no menciono nombres para no ser injusta. Con los profes no me da tanto miedo. Me marcaron Miguel Regueyra, Ileana Ramírez, Pilar Vitoria, Alexandra De Simone, Carlos Sandoval y Carlos Araya, que no me dio clases pero fue mi coordinador en la producción de radio estudiantil Contrastes.

Hace casi 20 año cursé el último curso del Bachillerato. Han llegado nuevos amores a mi vida, como la literatura y la educación; pero la comunicación fue el primero, el de adolescencia. 

Por esto fue tan grato invertir esta semana en el I Congreso Centroamericano de Comunicación.  De mi propia vecindad encontré una ECCC más sólida, rigurosa, enfocada en la calidad y un proyecto de investigación sobre el desarrollo de las relaciones públicas en Centroamérica, liderado por Carmen Mayela Fallas, de Comunicación Corporativa. Fueron gratas noticias, al igual que constatar el potencial del recién creado Centro de Investigación en Comunicación (Cicom). 

De la vecindad centroamericana me queda un sentimiento de admiración. Es duro y peligroso ser periodista más allá de Peñas Blancas. Encontré esperanza detrás de audiovisuales y programas de radio que luchan contra la violencia, el abuso sexual y la explotación sexual comercial. Hallé compromiso en las voces que se apoderan del ciberespacio para luchar contra la corrupción y la injusticia. 

En la vida se pueden seguir muchos caminos… yo me quedo con el de la vocación.

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