Trabajar con el corazón

¿Cuántas tareas acomete usted desde el fondo del corazón? Como decía una persona muy querida, “desde las entrañas”. Yo tengo varios puntos en esa lista, y mi trabajo en el Archivo Nacional de Costa Rica es uno de ellos.

Hace cinco años empezó esta aventura. Mi puesto anterior era hermoso, pero necesitaba cambiar. Quienes han experimentado el sentimiento saben a qué me refiero.  En mi búsqueda de nuevas opciones cayó en mis manos la descripción de la plaza en que hoy me desempeño.  Sin muchos detalles adicionales, y sin siquiera conocer el escritorio en que me iba a sentar, me enamoré de esa tarea. Entonces quemé las naves y me fui para el edificio en forma de platillo volador  a vivir una nueva aventura profesional.


¿Qué imagen se le viene a la mente  cuando escucha la palabra “archivo”? 

Me gusta hacer esta pregunta al público que atiendo en las visitas guiadas porque yo misma me enfrenté al ejercicio. En ese momento llegaron a mí imágenes de documentos históricos, en color sepia. Con el paso del tiempo me di cuenta de que esa idea es correcta, pero que  el resguardo de los documentos patrimoniales es solo una parte del trabajo de los archivos.

Las sorpresas, muy gratas, llegaron cuando me enteré de que los archivos además tienen que ver con los documentos que producen las instituciones públicas. Si se está preguntando sobre la importancia de esta tarea, solo piense en lo que siente cuando llega a la cita médica y el expediente  no aparece, o cuando tiene que presentar los mismos documentos en una institución porque después de llevarlos la primera vez  “se extraviaron”.

Después aprendí que los archivos también son muy importantes para evitar la corrupción, fomentar la transparencia y rendir cuentas. 

No es poesía, ni frases hechas;  los documentos sirven para probar hechos. A veces desearía que mis colegas periodistas nos visitaran con más frecuencia… pero eso es otra historia.

¿Y qué me dicen de los documentos usados para reconstruir hechos históricos, para responder a la pregunta de “qué pasó”? El día en que vi el documental “El eco del dolor de mucha gente”, me conmoví hasta las entrañas al observar a la protagonista hurgando en archivos de diferentes países para saber cuál había sido el destino de su hermano, desaparecido en Guatemala. Al final, aunque no logró encontrar  su cuerpo,  los documentos le dieron una respuesta que al menos constituyó un pequeño alivio a su corazón.

En esta semana acabamos de finalizar el Congreso Archivístico Nacional. Más de 150 personas se reunieron en el Hotel Radisson para hablar sobre conservación de documentos.  La discusión se extendió desde cómo atender el papel en un sitio tan húmedo como Costa Rica hasta qué hacer con un documento digital que hay que migrar de un soporte a otro para no perderlo. Si no lo queda muy claro el tema, imagine que conserva disquetes, casetes de audio y cintas de VHS, pero no los aparatos respectivos para leer la información. ¿Y si no son los documentos de una familia, sino de una nación? De eso se trata el asunto.


“Los archivos son el futuro”.  

Esa frase se me quedó grabada con fuego. La dijo Joan Boadas, el director del Archivo de Girona, Cataluña, en el Congreso que mencioné. En seguida explicó que hoy luchamos por conservar para que los habitantes del futuro tengan acceso a lo que actualmente es nuestro  presente y será su pasado. Imposible para mí dejar de emocionarme ante semejante responsabilidad.


Derechos humanos, transparencia, rendición de cuentas, historia, identidad, raíces… Vale la pena cada minuto invertido en este negocio. ¿Cómo no trabajar en ello desde el fondo del corazón?

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