¡Terminé la maestría!


¿Cómo se materializa un sueño? Solo por jugar digité la pregunta en Google  y obtuve 640 mil resultados.  Cada quien tendrá su historia y yo tengo la mía. Además el relato es especial para mí porque con esta entrada Una nota de esperanza rompe su silencio de casi cinco meses (que no se puede todo a la vez, aprendí sobre enfoque en este recorrido).



¿Cuántas veces pensamos, verbalizamos incluso, “¡qué bonito sería hacer tal cosa…!” Sustituyan “tal cosa” por sus sueños: algún deporte, aprender a cocinar, un viaje, comprar una casa, cultivar un pasatiempo, perfeccionar  una habilidad… y la lista podría seguir hasta llenar la página.  Yo también he tenido mi lista de “Me gustaría…” y hace cinco años decidí entrarle con todo a uno de los puntos. 

Por mucho tiempo había pasado con la cantaleta de “quisiera estudiar algo que tenga que ver con Educación” y cuando me fui a trabajar al Archivo Nacional, donde este tipo de formación tenía pertinencia para mis tareas, llegó el momento  de la verdad. Fue entonces cuando esta esposa y mamá empezó a buscar una maestría. Revisé toda la oferta en Costa Rica (pueden creerme cuando uso la palabra “toda”) y encontré bloques de varios cursos por semestre (¡¿en serio?!) que obligatoriamente tenía que llevar juntos. 


Y fue así como, más por necesidad que por gusto, acepté  estudiar en línea con el Tec de Monterrey. Desde el principio del camino sabía que el proceso me iba a tomar cinco años y aunque lo disfruté muchísimo, no les miento, el final del camino lo hice a pura fuerza de disciplina. Pero, ¿saben qué?  ¡Hace dos semanas terminé! Envié mi última tarea y así he concluido mi maestría. 


Mi primera carrera es Comunicación Colectiva,  por lo que cursar una maestría en Educación fue abrir una ventana a un mundo maravilloso sobre aprendizaje, tecnología, pedagogía y estrategias didácticas, entre otros. Disfruté muchísimo la elaboración de mi tesis. Como aún no me he graduado el documento no está en línea todavía, pero la Revista Educare me publicó un artículo por si tienen interés en leerlo. No me sorprendieron estos aprendizajes, eran mi expectativa. Pero hubo otros totalmente inesperados y tan valiosos para mí como los académicos. 


No sabía que iba a tener que aprender a ponerme de acuerdo, sin pelearme, con compañeros desperdigados en América Latina. 


Aprendí a negociar, distribuir tareas, confiar en el equipo y vivir la emoción que se siente cuando el grupo cruza la meta... no yo, el grupo.  

Conocí la generosidad de la educación a distancia, que me permitió en estos años acomodar tareas en madrugadas, domingos y cafés,  para poder participar en las actividades familiares, estar en casa a tiempo para la cena y arropar a mis hijos a la hora de dormir (y no se engañen, no es fácil para nada, es un trabajo riguroso, en educación virtual se trabaja el doble). 

Descubrí el don del autoaprendizaje y quedé con la idea de que no hay límites si queremos aprender algo nuevo.  Me nutrí de la sabiduría de decenas de investigadores que han escrito artículos científicos y por eso ahora  se me hace tal fácil tratar de convencer a otros a sacar el ratito para escribir sus conocimientos y compartirlos con los demás. 


Y  quizá mi aprendizaje  más importante fue entender, aprehender, convencerme desde el fondo de mis entrañas que es posible ver el cumplimiento de un sueño si le ponemos fecha y trabajamos duro, muy duro, y abrazamos la fuerza que el Señor nos brinda para llegar a la meta. De El procede todo: la meta, la inteligencia, la vida y la fortaleza para llegar. 


Los sueños no se cumplen en solitario. Son una finca en la que aquellos que nos aman dejan su huella de amor materializada de muchas formas. Voy cerrando esta entrada con un texto que hay en el inicio de mi tesis y que creo que aún no han leído los que amo.

“A mi familia, que ha vivido este proceso conmigo en un ejercicio de amor, apoyo, tolerancia y comprensión. A Víctor, mi compañero de vida, quien apoya mis aventuras intelectuales y me da el espacio necesario para ser yo misma. A mis hijos, Jonatán y Lucía, quienes compartieron a su mamá con la computadora. Gracias a los tres por apoyar a esta mujer que ha querido vivir más allá de los roles de mamá y esposa”. 

Y quizá mi mayor aprendizaje alrededor del tema de los sueños es que el próximo “Me gustaría… “ por cumplir, es el de ser escritora. Me fascinan las historias de los autores que empezaron a publicar en sus  40, porque será la mía… Allá voy.   Mientras el Señor me de vida, hay muchas palabras por escribir.

Comentarios

Jackie ha dicho que…
Mau, más que orgullo, siento mucha alegría en mi corazón. Eres un ejemplo de vida para mí. Lindísimo y muchas felicidades! Un abrazo amiga. "TQUP"
Maureen Herrrera Brenes ha dicho que…
¡Ay, Jackie! Qué palabras tan lindas, gracias. Vos no te quedás atrás amiga en eso de ser ejemplo. Un gran abrazo,

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