El poder del goteo


La vida, al menos la mía, está hecha de a poquitos, de retazos, de fragmentos que por sí solos podrían parecer insignificantes, sin potencial alguno. Pero se tejen, se apilan con la paciencia de la gota que cae una y otra vez, hasta que un día perfora la roca.

Y cuando llega ese momento me doy cuenta de que ha valido la pena, que ningún esfuerzo es pequeño y que todo llega si se trabaja con tesón, con la testarudez que fortalece porque uno sabe para dónde va.
"Me encantaría llevar una Maestría en Educación", dije alguna vez. Pero no daba el paso. Para cuando me decidí estaba casada, con un trabajo demandante y dos hijos en edad escolar. Ir a clases presenciales no era una opción y entonces encontré la generosa posibilidad del aprendizaje en línea. El programa duraba dos años y medio, pero yo solo podía llevar una materia por semestre... así que me tomó 5 años. Y luego tuve que esperar a que el título viajara a Costa Rica apostillado desde México, y luego efectuar con toda paciencia los trámites necesarios para que fuera reconocido en mi país.

Por la gracia de Dios y por el apoyo de mi familia, no me detuve. Solo puse un pie detrás del otro. Empecé en 2011 y en 2017, finalmente, tuve mi certificado en la mano, debidamente reconocido.

¿Y qué me dicen del hábito del ejercicio? Han habido épocas de más disciplina y otras en las que la agenda se vuelve un caos. Pero estoy convencida de que todo esfuerzo suma: la caminata, la visita al gimnasio, los mandados a pie, la bailada mientras lavo el carro y subir las escaleras en lugar de tomar el ascensor. Y también cuenta aprender un día a tomar agua con regularidad, probar una nueva receta de ensalada y darse cuenta de la importancia de leer las etiquetas (y comprobar cuánto sodio y grasa tienen los frijoles molidos de paquete, solo por mencionar un detalle).

"Quiero ser escritora", dije hace muchos años, y de inmediato empecé a cultivar el jardín de las excusas en el  que la primera planta fue "no tengo tiempo". Y entonces, después del intento tres mil quinientos veinte, me encontré a una señora llamada Julia Cameron, autora de un libro llamado "El camino del artista" y me llevé, entre muchas otras, esta patadita: 
"¿Qué quiero decir con rellenar la instancia? Me refiero a dar el siguiente pasito en lugar de saltar a uno mayor para el que tal vez no estés preparado. (...) es mejor admitir, simplemente, que siempre hay una acción que puedes hacer a diario por tu creatividad. (...) Rellenar la instancia significa que tenemos que trabajar con lo que tenemos en lugar de languidecer quejándonos de lo que no tenemos. (...) Realiza una pequeña acción diaria en lugar de abandonarte a las grandes preguntas".

¿Y qué creen? ¡Estoy escribiendo! Sigue el paso de publicar. Pero finalmente estoy escribiendo unos minutos cada día, otros más el fin de semana, en el anonimato de un café, en los tiempos muertos... solo una página detrás de otra.

Estos globos son para mí, por mis logros como escritora =)


Estos micro esfuerzos han sido para mí el descubrimiento del año. Pensé que había encontrado la pomada canaria... pero hoy sé que ya otros descubrieron este camino. No importa que no haya sido la primera en llegar a la cima; igual celebro mi victoria y más bien se me reafirma su valor.

Anoto dos ejemplos. En el mundo educativo hay una tendencia actual que se llama micro learning (micro aprendizaje, traducido al español). Soy fiel confesa del aprovechamiento de los pequeños espacios para aprender nuevas cosas. Mis procesos vitales de aprendizaje se han movido por esas aguas.

Y escribiendo esta entrada también recordé esta conferencia de la periodista Pilar Cisneros. Escuchándola se me quitó toda duda de si vale la pena el esfuerzo individual que cada persona pueda hacer por el entorno en el que vive.

Esto es como hacer una colcha de retazos de esas que hacían las señoras de antes, o los tejidos que integran un montón de aplicaciones.



Es fácil caer en la tentación de que otros han tenido mejor suerte (o más dinero, oportunidades, salud, energía...). Error, error. Ellos solo han estado cosiendo, mientras el resto de la audiencia miraba con envidia.

¡No nos abrumemos calculando el tamaño de la colcha! Solo alistemos los cuadros, uno a la vez, y un día los veremos unidos.

Y disfrutemos del paisaje mientras cosemos.

Y demos gracias a Dios por cada nuevo minuto de vida para chinear nuestros sueños.



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