"No te rindas (...) aún hay vida en tus sueños"


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Sueños, la vida está llena de ellos. Algunos son pequeños, aunque nunca insignificantes; son los del tipo "me ilusiona sembrar una mata de orégano en el patio" o "voy a instalar una nueva pecera". Otros son más ambiciosos; aquí entra el desafío de graduarse de una carrera o cultivar una disciplina artística. 

Sin importar el tamaño, son el motor de la vida. ¿Qué sería del camino sin esas ilusiones que nos animan a poner un pie detrás del otro, que nos empujan a bajarnos de la cama cada mañana?

Cultivar un sueño tiene su ciencia. Para empezar, hay que hacerle frente a las distracciones y la vida está llena de ellas. Ustedes tendrán su propia versión de esta realidad. Les cuento la mía. Quiero aprender a hacer ejercicio al menos tres días a la semana y ¡rácata! Que hoy surgió un mandado inesperado, que tocó trabajar un poco más tarde, que se me llenó la agenda de otros compromisos... Y mientras tanto el maletín del gimnasio para acá y para allá en la cajuela del carro. 
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 Si hay un rubro de la lista en el que vale la pena perseverar, es el ejercicio.
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Esto me lleva a la idea de que perseguir un sueño requiere una personalidad testaruda, necia. Solo así se puede cumplir con un plan de ahorro, aunque falten tres mil años para llegar a la meta y nadie alrededor lo tome a uno en serio mientras alimenta la cuenta del banco. 

Hay que tener una buena dosis de obstinación para empezar un negocio. Se requiere paciencia franciscana para aprender sobre pago de impuestos, contratación de personal y reinvención constante para diferenciarse de la competencia. Ah... y además hay que trasnochar con frecuencia mientras el resto de la humanidad duerme. 


También se necesita testarudez para seguir  orando y cultivar la fe, aunque las circunstancias alrededor no cambien.


Pero si hay un contexto en el que la perseverancia vale, es en el de la oración. No crean que les hablo desde la teoría. Esta lección es reciente, herencia bendita de este 2018 que aún no termina. Este año, más que ningún otro de mi vida, la adversidad me puso de rodillas, y hoy puedo contarles el testimonio de que vi la bondadosa respuesta de Dios. 

Perseguir un sueño también requiere que miremos en nuestro interior, con atención, con esmero. Me explico, ¿quién puede cuidar la finca propia si está pendiente de la ajena? En mi experiencia, ese negocio de mirar hacia adentro no siempre es placentero. 

La introspección me lleva a la tierra donde habitan mis sueños, como nubes brillantes y árboles que resplandecen al sol, pero también poblada por mis manías, mis fantasmas y mis temores. Están ahí, escondidos bajo las piedras de mi bosque encantado. Pero, ¿saben qué? Cuando visito a los bichos del bosque y los enfrento, se van disipando. No creo que lleguen a desparecer todos, pero de fijo que se vuelven menos y más débiles. 

Este año me sucedió algo muy valioso a propósito de la introspección. En mi ruta de formación como escritora encontré un libro titulado "El camino del artista". "Un curso de descubrimiento y rescate de tu propia creatividad", dice el subtítulo. Lo que no imaginaba cuando lo empecé es que aquel camino me llevaría a revisar mi sueños y aspiraciones, no solo como escritora sino también en mi vida completa. 

No exagero; realizar los ejercicios que el libro sugiere fue un verdadero huracán que me llevó a las clásicas preguntas que con frecuencia evadimos: ¿Quién soy?, ¿Qué quiero?, ¿Hacia dónde me dirijo? Fue un regalo para mí y lo menos que puedo hacer es recomendarlo por aquí. 

La época navideña inicia y me encamino al final del año con algunos sueños cumplidos ante mis ojos. Dos de ellos hace tan solo unos pocos meses eran un anhelo, pero hoy son una realidad y yo solo puedo agradecer la gracia de Dios. Gracia, ¡qué palabra tan bella y profunda! Merece una entrada exclusiva en otra ocasión.

Otros sueños me siguen dando impulso. No hay prisa, el disfrute está en el camino. ¿Quién podría querer perderse del encanto y la adrenalina que conlleva el recorrido? Estar viva es una auténtica aventura. 

Otra cosa: no es raro que las cosas resulten distinto de como las planeamos. Pero eso no significa renunciar; significa adaptarse, rehacer, replantear. Las posibilidades son infinitas y resulta una tontera aferrarnos a una visión única en relación con nuestras metas. 


Así que les animo a no soltar sus propios sueños. No renuncien, por favor. Si nos agotamos, pues descansemos y al amanecer volvamos al camino, con gratitud y con esperanza. 


A veces nos cansamos en la lucha, es cierto, y vivimos esos momentos innombrables en los que solo queremos dormir, y dejar de pensar, y no sufrir un segundo más. Pero siempre hay una salida, siempre hay algo mejor por delante. Lilly Goodman lo dice mejor que yo en esta canción. 

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Nunca perdamos la esperanza; se renueva con cada amanecer.
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Solo encuentro una forma apropiada de cerrar esta entrada y son estas palabras inigualables que algunos atribuyen a Mario Benedetti. Sean de él o no, merecen ser enmarcadas; mínimo pegarlas donde las leamos cada día. No se diga más. 

 "No te rindas"

No te rindas, aún estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.

No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.

Porque existe el vino y el amor, es cierto,
porque no hay heridas que no cure el tiempo,
abrir las puertas quitar los cerrojos,
abandonar las murallas que te protegieron.

Vivir la vida y aceptar el reto,
recuperar la risa, ensayar el canto,
bajar la guardia y extender las manos,
desplegar las alas e intentar de nuevo,
celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque cada día es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

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