La poesía es como el pan


"¿Para qué sirve la poesía?", le pregunto a Google solo por hacer el experimento.

Encontré más belleza de la que esperaba en una consulta lanzada así, sin pensarlo mucho, al ciberespacio:

"La poesía debe funcionar como una fotografía que es capaz de recoger en palabras, en un instante, en un golpe de luz, las imágenes que enfoca. Sólo la poesía salva del olvido lo que muchos en largas horas de discursos y conversaciones quisieron decir sin lograrlo", dice Alvaro Miranda.
Descubrí que mi pregunta no era para nada original. Solo para citar un ejemplo, en 2012 el Diario El País, de España, se la planteó a un grupo de autores españoles .

De las respuestas de los poetas me conecté particularmente con la de Joaquín Pérez Azaústre: 

“La poesía, si sirve para algo que se pueda mostrar de forma palpable, es para intensificar una mirada trascendente sobre lo cotidiano. Encontrar el misterio y el fulgor que anida en lo visible. Un realismo trascendido. Como lector, el misterio a veces lo tenemos delante de los ojos. Y la poesía nos permite desvelarlo”.
Conozco poquísimo de poesía y no es género que lea con frecuencia, lo reconozco, aunque fue la puerta por la que entré a la creación literaria en mi primer año de universidad. No obstante, una de las cosas que más admiro a quienes escriben poesía es que toman un elemento de la vida cotidiana y lo narran de forma nítida y bella, como uno a veces lo piensa pero no logra expresarlo. Esto me sucede, por ejemplo, con los poemas de Benedetti. 


Esa es la poesía que me gusta, la que comprendo. No lo logro con los poemas encolochados, llenos de misterios que solo son comprensibles para su autor. Esos textos que miran por debajo del hombro a quien no los comprenden, no me gustan. Me recuerdan el cuento de "El traje nuevo del emperador", de Andersen. Creo que, como con el relato, hay gente que afirma que el texto le parece maravilloso solo para no ser juzgado o sentirse fuera de lugar.  


En fin, mucha gente escribe con esa sencillez que a mí me llega. Hace algunos años compré, "para los chiquillos", dije yo, "Algunas ranas de salto quíntuple", de Minor Arias Uva y quedé prendada de sus poemas. 


Toda esta entrada viene a cuento de que Costa Rica tiene un día para celebrar a la Poesía Nacional. Lleva el nombre de Jorge Debravo y recién se festejó el 31 de enero. Me hace sentir orgullosa que alguna autoridad pública considerara que la poesía y sus creadores era lo suficientemente importantes en nuestro país para dedicarles un día. 


Escribir esta entrada sin incluir un poema sería como ir una clase de cocina y no probar nada (¡qué injusticia!), así que aquí va uno que siempre me ha encantado, desde que lo leí por primera vez.  


Canción devota
Guillermo Fernández (Costa Rica)

Cada hombre es un oasis.
Si el sol lo toca , sus aguas nos entregan un reflejo único.
Si el viento lo frisa, una música resuena en la creación
/solitaria.

Un hombre no se puede ahogar en el polvo.
¡Se intenta! Y no se consigue.
Si en algún momento es engañado...
se sacude... se dispone al sol...
Un hombre no puede ser humillado.
Si lo pretendes,
podría llorar en el fango de las ciudades.
Dormir en el frío sin remedio.
Lo disminuirás un poco.
Le dibujarás el insulto en la piel, pero ¡ah!,
la lozanía del hombre no puede ser aplastada.
Se le tritura... Le caen ruinas.
Mas la mujer volverá hermosa de la ofensa que se le hizo a la
/mujer.

Y el hombre volverá fortalecido
del golpe que se le dio a su hermano.
Un hombre es un oasis.
Si da miedo es que ha mentido horriblemente.

Fuente: Revista Imago, No. 6. Noviembre, 1999. San José, Costa Rica. Pág. 19

Como escritora de narrativa uno de los consejos frecuentes que he encontrado es la importancia de leer poesía. Así que este año espero entrarle más. Además, estoy segura de que va a ser un ejercicio que voy a disfrutar muchísimo (¡Pobrecita yo, con tanto sacrificio, ja, ja). 

No quiero ser glotona y dejarme toda esa belleza de palabras solo conmigo. ("La poesía es como el pan", dice el hermoso poema del salvadoreño Roque Dalton). 




Así que voy a compartir textos periódicamente. Un champucito de palabras para empezar el mes. Empiezo desde ahora a buscar el que leeremos juntos en marzo. 



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