Mujer de barro













Soy una mujer de barro. 

Tiemblo ante la lluvia, 

ante los colores del cielo

y con la explosión de vida del jardín.


Ardo de rabia cuando me tiran un carro encima al manejar, 

y para colmo me insultan solo porque soy mujer.


Leona en la puerta de mi casa. 


También niña. 

Niña frente a un recuerdo, 

ante las luces de Navidad 

o al visitar una librería. 


De acero y de barro al mismo tiempo. 


Hay días en que la vida pesa. 

Y entonces me derrumbo y desearía no haber nacido,

o haberlo hecho en la forma de un bichito 

o de una mata de chayote.


Es que el dolor, a veces, puede ser muy grande, 

enorme. 


Entonces abro mis compuertas. 

Y protesto.

Y grito y zapateo. 

Y escalo a las puertas del cielo para tumbarlas a golpes.  


Hay días…

Pero ninguno de ellos es eterno.

Al siguiente vuelvo a respirar

me levanto otra vez

y creo en la vida, una vez más. 


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