Hoy me apetece dar gracias


En días pasados he tenido momentos muy dolorosos. Las circunstancias siguen iguales y me asusta un poco el mañana. Pero hoy... hoy me apetece sonreír y agradecer. Se me antoja detenerme a escuchar el móvil de bambú que marimbea al compás del viento alisio, respirar y saberme viva, tomarme despacio mi enorme jarra de café con leche. 

En el patio floreció una de las orquídeas. Vaya usted a saber qué variedad será; no me hace falta saber su nombre exacto, es bellísima. Y en el estudio tengo una pastora; generosa ella, le importa un comino que Navidad fue hace dos meses. Me recibe con sus hojas rojas y sonríe frente a la ventana. 

Peter -ese enorme bebé peluche Golden Retriever que tiene al jardín bajo amenaza- duerme plácidamente en una esquina de la cochera. Me pregunto con qué soñará. No es una mala vida llegar a una casa en la que te quieren tantísimo aunque te comés cuanta planta bonita queda a tu alcance. 

Me acompaña Manuel Obregón con "Simbiosis". Ya pasó "Conversación con jilgueros" y en este preciso instante suena "Preludio". Siento la sangre que me recorre por dentro acompasada por estas teclas. ¡Estoy viva, carajo! 

Gracias, Señor, por este día. Gracias por las montañas divinas que me rodean, por el cielo que resplandece insolentemente azul, por la gente que amo y me ama, por tu provisión para mis personas queridas, por la pasión de las palabras que leo y escribo. Gracias por la alacena que rebosa, por la cobija que me echaré encima más tarde, por mi cuerpo que funciona y me permite hacer tantas cosas, por el café con leche que está exquisito y por la mandarina que está al lado de la jarra. 

He sufrido rudamente en las semanas previas y no dudo que haya una buena dosis de dolor y lágrimas en los días por delante. Hay duelos que tienen su previa, ¡y vaya previa!

Pero hoy es hoy. Aquí es donde estoy parada en este instante, arropada por el viento y los árboles del vecino que bailan para mí al otro lado de la ventana. El Señor está a cargo y descanso en él. 

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