Llegaron las lluvias. Pensamientos con aguacero de fondo

Aguacero frente al mar, demasiada belleza.
Aquí estaba con Víctor, mi esposo, en una escapada a Playa Hermosa, en el Pacífico Central

Hoy se termina abril y es probable que la mayoría de ustedes lean esta entrada en mayo. Llegó la estación lluviosa que me hace tan feliz y me apetece retomar este blog que he tenido en pausa en los últimos meses. Regreso con un bazar de pensamientos que incluyen el mes del libro, una noticia triste y la reflexión, recurrente en mí, de lo que significa ser mujer en el tiempo y el lugar en que me ha tocado vivir.

Si me han acompañado en lecturas anteriores sabrán que yo me la paso leyendo: siempre una novela entre manos, las noticias del día (periodista que se respeta debe estar actualizada) y cuanto artículo interesante me encuentro en internet (ahí tengo un estante virtual de pendientes que compite dignamente con la pila de libros sin iniciar).  

Estaba yo entusiasmadísima revisando los posteos a propósito del Día del Libro y el 22 de abril me tocó la puerta de la computadora, vía Facebook, un relato tristísimo. No me había percatado, pero entonces me apareció una y otra vez la ilustración de esa chica con falda y tenis Converse, y así me enteré de la historia de Debanhi Escobar, asesinada en Nuevo León, México.

Imagen de Carlos Arizpe, tomada de su Twitter

Otras cinco chicas reportadas perdidas fueron encontradas, dichosamente con vida, mientras buscaban a Debanhi. Yo, mamá de una muchacha que también tiene 18 años, me quedé idiotizada frente a la pantalla de la computadora. 

Así que decidí traer a mi blog (a mi metro cuadrado de influencia) el dolor, la rabia y la impotencia. En este mes de abril dedicado al libro, en el que hubo tanta invitación a leer, les invito a soltar la ficción y repasar este relato jodidamente verdadero y triste por partes iguales. Pero no nos quedemos ahí, vayamos más allá del recuento amarillista de la pérdida y aparición del cuerpo de esta muchacha plena de vida y sueños que hoy ya no existe físicamente. 

Sigamos leyendo, escuchando voces expertas, y al hacerlo comprendamos, desarrollemos mayor criterio para opinar (para no afirmar, por ejemplo, que la culpable fue la chica por andar tarde en la calle, o las amigas que la subieron a un taxi). 

A mí impactó la forma tan lúcida en que lo expresó Andrea Aguilar-Calderón. Además, no pude evitar el recuerdo de la Dra. María Luisa Cedeño, asesinada en un hotel de Quepos cuando, ¡ah osadía más grande!, se atrevió a ir a pasear sola. 

Yo me enfrento a la historia de Debanhi y digo para mí misma “después hay gente que se pregunta por qué existe la fecha del 25 de noviembre, por qué se organizan marchas”. No hay pecado en ignorar qué significan, o de dónde han surgido, conceptos como “feminismo” o “patriarcado”; el pecado es abrazar la ignorancia y reproducir los prejuicios. 

Si hay algo para lo que sirve la lectura es para aprender, y este proceso nos confronta con nosotros mismos, nos permite plantearnos otras formas de entender el mundo y, sobre todo, nos puede impulsar a trabajar por una sociedad diferente, más equitativa y solidaria. 

Igualdad es lo que queremos las mujeres, igualdad en oportunidades y derechos, entre ellos el de pasear solas o de subirnos a un taxi en la madrugada sin arriesgar la vida. 

Para aprender también sirven los videos (no todos los relatos están en libros, la narrativa audiovisual también cuenta). Aquí podemos aprender qué son micromachismos y en esta entrevista Sonia Picado, destacada jurista costarricense, nos cuenta su historia. Recuerdo el absoluto asombro que sentí cuando contó que su segundo divorcio se relacionó con el hecho de que su esposo no estaba cómodo con una persona con su nivel de exposición pública (yo respeto profundamente a las mujeres que abrazan la vida doméstica de manera exclusiva, pero qué fregado cuando esto es una imposición y no una escogencia). 

También sé que está en la red este otro documental "Las Imprescindibles: juristas que rompen límites". No lo he visto todavía pero les dejo la alerta para quien se apunte. 

Cierro con un guiño a la esperanza, al gozo de lo conquistado y a la vez el reconocimiento de lo que falta. Esta semana Arabella Salaverry, actriz y escritora costarricense, recibió el Premio Magón de Cultura, el máximo reconocimiento que entrega el Estado costarricense al trabajo de toda una vida. Sus palabras en el Teatro Nacional fueron hermosas y aludieron también a esa lucha constante en la que nunca claudicamos. No me resisto a tomar prestado el poema que pronunció: 

Batallas femeninas

Deshacer las líneas de fuego/ irlas limando volverlas viento

Volverlas ni siquiera recuerdo/ ni siquiera memoria

Pulverizarlas / romper retenes / desmembrar paredes

comerse muros

Deshacer las líneas de fuego / que han delimitado claustros

Una batalla injusta y necesaria

En 60 años de existencia del Premio Magón, Salaverry es apenas la 12° mujer que lo recibe. Imagen tomada de la página de Facebook del Ministerio de Cultura y Juventud.  

Esta entrada la escribo con el sonidito de la lluvia suave de fondo. Sin ningún aparato encendido. Creo que estoy un poco intoxicada de tecnología y me entusiasma la idea de aprender a disfrutar más del silencio, aderezado por lo que la naturaleza tenga al momento, a veces los pájaros que se disputan los pocos árboles del barrio o el sonido del viento que sacude el móvil de bambú, anunciando que viene el aguacero. 

Me ilusiona el mes de mayo que estamos iniciando. Tiempo para leer, para hacer ejercicio, para escribir, acercarme cada vez más a la persona que quiero ser. Que la lluvia arrulle también sus vidas y les traiga la oportunidad de destinar tiempo a aquello que les hace felices. 

 

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