Irene Vallejo y yo




Empiezo por lo primero. No he leído "El infinito en un junco". Me emocioné cuando supe hace algunos meses que Irene Vallejo, su autora, vendría a Costa Rica, como parte de la Feria Internacional del Libro (FILCR). "¡Qué dichosa, Maureen, andá a escucharla, es maravillosa!" me dijo mi amiga Guadalupe, desde México. 

Primero pensé que podría leer el libro en dos semanas, al terminar el curso que estaba llevando en la Universidad. Y luego me tranquilicé: "Calmate Maureen. Ese es un libro para disfrutar". Así que me fui al conversatorio de la Universidad de Costa Rica el 21 de julio con un "oído virgen". Mi bagaje previo estaba integrado por algunas  notas leídas en internet y por el conocimiento de que "El infinito en un junco" cuenta la historia del libro y ha sido una obra hipermegapremiada. 

Algo más... También había notado en los comentarios de redes sociales el fastidio de algunas personas por la mucha atención que se le ha dado en Costa Rica y otras críticas más severas en la página de Facebook de Yordan Arroyo en el sentido de que a la obra le falta profundidad y en un texto de Magda Zavala en el que comenta la inexplicable ausencia de la alusión a la literatura mesoamericana en el libro de Vallejo (me identifiqué con  doña Magda al recordar una exposición que montamos en mi trabajo, cuyos curadores españoles, historiadores, presentaron un relato únicamente desde la perspectiva europea). Y también encontré posteriormente, cuando escribí esta entrada, otra fuerte crítica de Paul Benavides Vílchez, publicada antes del conversatorio en la UCR. 

Y bueno, es innegable que hay una maquinaria de mercadeo muy fuerte detrás de las giras y la presencia de esta autora española. Solo en Costa Rica, y sin ánimo de ser exhaustiva, ha estado presente en La Nación (que también publicó su discurso en la FILCR) , Semanario Universidad,  Delfino, Página Cero y Hablando Claro, además de sus conferencias en la propia Feria Internacional del Libro. También leí un posteo muy cálido, más personal, de Julia Ardón quien la atendió en su restaurante familiar (y mención aparte para Julia, que escribe tan hermoso).

El día en que me fui a su conferencia en la UCR era lunes, por la tarde, estaba a punto de llover y aunque llegué temprano había fila. Luego el Aula Magna se llenó en su totalidad y este no es un hecho menor, es emocionante; lo dice alguien que ido a presentaciones de libros en las que el público lo hemos integrado otras dos personas y yo, nada más. 


"¡Qué belleza, hay fila!", fue mi pensamiento

Sus palabras versaron sobre los temas esperados: la importancia de los libros ("mi pandilla de amigos", les llamó la invitada y ahí de inmediato nos vemos reflejados todos los que leemos desde chiquillos), el valor de las bibliotecas, la escritura que conecta con la gente (no sólo desde la academia). Con la pasión de quien evangeliza llamó la atención sobre la importancia de las redes sociales que sostienen las posibilidades de acceso a los libros, sobre el impacto de la tradición lectora en la construcción de ciudadanía, el valor de leer libros que nos ayuden a interpretar nuestro tiempo presente. 

Percibo en su discurso un estímulo a la resistencia, a abrazar sin rendirnos a todo lo bueno que hay alrededor de los libros: "Si no podemos permitir la compra de libros, vayamos a las bibliotecas públicas",  "las bibliotecas públicas son de los pocos espacios en nuesro mundo capitalista en que se nos abren las puertas y no tenemos que consumir",  "construyamos a partir de  las palabras, son un enorme poder" (y un antídoto contra los discursos polarizantes, de odio, agrego yo al escribir este texto).

Más valioso que mi resumen, pueden observar directamente el video de la transmisión de Quince-UCR. Soy consciente de que para otras personas fue repetitivo; sin embargo, ¿cómo no repertirte cuando has ido de feria en feria, de una entrevista a otra? (tema de autorreflexión para autores (as) y profesionales de mercadeo literario; pero ese sería tema para otra entrada).

Auditorio lleno, por una actividad sobre literatura

El punto es que luego de escucharla en el conversatorio y la entrevista en Página Cero, comprendo por qué es tan popular, tan querible. Encontré a  una profesional generosa que se permitió lo que ella misma llama "un experimento", convertir su trabajo académico en un obra para un público amplio, y a esto sumó la experiencia y aprendizajes a partir del contacto con sus alumnos. Ya solo por esta actitud ha valido el boleto acercarme a ella. 

En estos días no he dejado de pensar en académicos (as) y escritores (as) con los que he tenido contacto y que exudan arrogancia, que miran de medio lado a quien está fuera de su pequeñísima tribu de expertos. No toda la gente del mundo literario es así, pero de que los hay, los hay (no lo nieguen, sé que ya pensaron en unos cuantos nombres). 

Al final de la conferencia, como es de suponer, muchísima gente quería llevarse su obra autografiada. Ya Irene andaba la mano con curitas de las firmadas previas y aún así se sentó de buen grado a atender a su público. Yo disfruté muchísimo la actividad, pero preferí una cita conmigo misma y un café en lugar de hacer la fila. Luego me enteré de que terminó de firmar casi tres horas después y una vez más pensé en su generosidad y don de gentes. 

Me quedé sin autógrafo... ya llegará el día.


Ya tendré la oportunidad de formar mi propio criterio sobre "El infinito en un junco" (debo llevar apenas unas quince páginas leídas) y mientras llega ese momento quisiera una breve reflexión.

En  primer lugar, ¡qué maravilla que alguien quiera convertir su tesis de doctorado en un libro de divulgación literaria! Ojalá y tengamos mucha gente que se inspire en su ejemplo. No es cosa pequeña. Una obra que motive a la gente a acercarse a los libros y a leer va mucho más allá que sentarse a desfrutar de un libro entretenido. Hay un impacto social. En la actividad de la UCR lo recordó Isabel San  Román, coordinadora de Investigación del Estado de la Nación:  "leer es un indicador que predice el éxito escolar" y, a pesar de cualquier pesar, el éxito y el fracaso en el sistema educativo siguen marcando la vida de las personas y de las  familias. 

El 13 de julio el periódico La Nación publicó una nota en la que aludió a un estudio de la Universidad Nacional que encontró las serias deficiencias de los estudiantes que inician vida universitaria en materia de comprensión lectora. Solo para mencionar un punto, ¿cuán crítica puede ser una persona ante los discursos del entorno (en medios noticiosos o  en redes sociales, por ejemplo) si carece de comprensión lectora?

El semestre pasado llevé un curso en la Maestría en Literatura Latinoamericana, a cargo del profesor Alí Víquez. El curso se titulaba "Expresión literaria de ideas de la ciencia". Leímos a autores que han escrito obras de divulgación científica para el público no experto. Y terminé yo reflexionando, al final del curso, de la necesidad que tenemos de obras que cumplan la misma función en el campo de la literatura. 

¡Qué ilusión me da pensar en que haya gente en nuestro país que quiera convertir sus rigurosas investigaciones literarias en libros para el común de los mortales! ¡Qué vengan Irenes criollas! (y editoriales que les apoyen, con serios esfuerzos de mercadeo de por medio).

Y bueno, esta ha sido mi experiencia hasta el momento. Irene Vallejo no solo motiva a leer; también a escribir y como resultado aquí comparto esta entrada con ustedes. Pasaré los próximos meses disfrutando su obra (que por cierto compré de segunda mano). La leeré despacio, en el tiempo que me tome. No dejo de pensar que este es un acto de resistencia también. 

Los dejo por hoy. Me voy a leer



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