Día 5. La promesa de ser un árbol frondoso


Siempre me han fascinado los árboles. En el Salmo 3, de La Biblia, se compara a las personas con los árboles. Podemos ser personas frondosas, siempre verdes, llenas de fruto. Es una promesa, para toda persona que quiere aceptarla. ¿Quién no quisiera ser un árbol así?

Salmo 3 (versículos del 1 al 3)

Dichoso el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en la senda de los pecadores
ni cultiva la amistad de los blasfemos,
sino que en la ley del Señor se deleita,
y día y noche medita en ella.
Es como el árbol
plantado a la orilla de un río
que, cuando llega su tiempo, da fruto
y sus hojas jamás se marchitan.
¡Todo cuanto hace prospera!


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