Día 23. Búsquedas navideñas


Estamos en la víspera de Navidad y estoy segura de que hay muchas personas buscando regalos o alimentos de última hora. Tal vez usted descubrió que le faltaron hojas para envolver tamales o que le aguarda una gran fila en el supermercado para comprar los helados que se comprometió a llevar a la cena familiar. Por mucha cola que haya, conseguir un último obsequio puede ser sencillo, si se le compara con otro tipo de búsquedas que podemos emprender en estos días.

Hay quienes escarban en busca de justicia, mientras otros arañan la alcancía para comprar alimentos. Otros gritan al cielo pidiendo libertad de toda clase de opresiones que los tienen atrapados y algunos más escudriñan las pupilas de su médico tras un rescoldo de esperanza ante un problema de salud. Extranjeros, huérfanos y viudas (agréguele usted cualquier otra categoría) buscan respuestas a necesidadades concretas, tan reales y cotidianas como el sol que sale cada mañana.

La respuesta a todas las preguntas está, justamente, en el centro de la Navidad. La búsqueda culmina, cuando encontramos al Señor.


Salmo 146

¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!
Alaba, alma mía, al Señor.
Alabaré al Señor toda mi vida;
mientras haya aliento en mí, cantaré salmos
a mi Dios.

No pongan su confianza en gente poderosa,
en simples mortales, que no pueden salvar.
Exhalan el espíritu y vuelven al polvo,
y ese mismo día se desbaratan sus planes.
Dichoso aquel cuya ayuda es el Dios de
Jacob,
cuya esperanza está en el Señor su Dios,
creador del cielo y de la tierra,
del mar y de todo cuanto hay en ellos,
y que siempre mantiene la verdad.
El Señor hace justicia a los oprimidos,
da de comer a los hambrientos
y pone en libertad a los cautivos.
El Señor da vista a los ciegos,
el Señor sostiene a los agobiados,
el Señor ama a los justos.
El Señor protege al extranjero
y sostiene al huérfano y a la viuda (...)

¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!

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